Ya está. Ya le había liado de nuevo. Le había confiado una misión supersecretísima y superarriesgadísima para variar. Y allí estaba él, enfundado en aquel mono de cuero ajustado, colgando del pecho por un fino cable enganchado a un arnés, con brazos y piernas estirados para aumentar el equilibrio, bajando milímetro a milímetro hasta la consola del ordenador central en aquella sala de seguridad. Cualquier paso en falso podría disparar todas las alarmas y acabar con la misión... y probablemente con su vida. La tensión se palpaba en el ambiente, cualquier movimiento en falso podría desequilibrarlo y hacerle voltear y pisar o empujar algo que activara las alarmas. La más mínima presión o un movimiento brusco serían suficientes. Ya estaba casi ahí. Ahora solo tenía que coger el teclado e introducir la clave para entrar. Que me aspen si sé cómo ha conseguido ella averiguar la clave; capaz que incluso tiene cuenta de usuario en este ordenador, pensó Francisco. Bien, ya estaba dentro. Ahora solo tenía que cambiar aquel notable rebelde en el expediente de Laurita por una matrícula de honor y de paso quitárselo a Alba para que no le dieran beca. ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿quien me mandaría a mi...? espera, un momento, ya sé lo que haré.
Arriba, sosteniendo la manguera de incendios y aguardando a que Fran volviera a encaramarse sobre el falso techo de la sala de profesores estaba Laura, intentando adivinar en qué película estaría Fran metido para tardar tanto. Algo estaba tramando. Lo sabía. Pero ahora no tenían tiempo que perder, los veinte minutitos del café se estaban acabando. Ya le echaría la bronca o lo interrogaría convenientemente luego. Probablemente las dos cosas. Ah, ya estaba ahí.
Fran subió con agilidad, poniendo cara de ninja mientras caminaba con cuidado apoyándose en los soportes del falso techo. Como era flaquito y pequeñito era el chico idóneo para colarse por cualquier lado, aunque sorprendían sus capacidades físicas dado el hecho de que no hacía deportes. Tras recoger todo y salir, Fran le dijo a Laura:
-Ya he cumplido. Ahora tengo que irme.
-Ni de coña nene ¿dónde te crees que vas?
-Ya está bien de que me sigas a todos lados, necesito tener más tiempo para mi y mis asuntos.
-¿Qué asuntos? anda, anda, a saber quien te ha estado comiendo el coco o qué pajas mentales te estás haciendo esta vez ¿dónde vas a estar mejor que conmigo?
y entonces sucedió tan deprisa y de manera tan inesperada que Laura no llegó a darse cuenta de todo lo que estaba pasando. Fran la empujó tras un seto y salió corriendo. Laura, enrabietada, se puso de pie de un salto y sorprendida de la ventaja que le había cogido en tan poco tiempo salió tras él. Al momento se dio cuenta de que la había engañado, pues hacia ese lado no había ningún sitio donde pudiera ocultarse, ni nadie podía ser tan rápido, así que se giró convencida de que le había echo una finta y volvió sobre sus pasos y corrió hacia el colegio llena de furia. Cuando los gritos y reniegos se diluyeron hasta desaparecer, una figura, magistralmente camuflada dentro del propio seto se hizo a un lado y empezó a correr hacia las afueras. Le había salido el truco a pedir de boca, sabía que no se esperaría que en lugar de salir huyendo se iba a quedar allí mismo. Fran estaba radiante, había conseguido engañar dos veces a Laura el mismo día y con el enfado que se iba a coger por lo que había hecho, se la iba a quitar de encima por una temporada. Y además, había ayudado a Alba... y pensar que ella le quería... ah, Alba... él en el fondo lo sabía, del mismo modo que sabía que él en el fondo la quería a ella. Ella había dado el paso, había expresado sus sentimientos. Era hora de que él se armara de valor y mostrara los suyos, era hora de decirle... y de pronto la vio, cogida de la mano de un... de algo... cogida de la mano y mirando a los ojos a una especie de... el caso es que ella tenía una actitud de enamorada. Fue como una puñalada para Francisco. Ah, con que eso es lo que quería decirme, que había otra persona y que si seguía queriéndola o queriéndome nos íbamos a hacer daño. Ese era el peligro... en fin. Y así como había llegado hasta allí rebosante de energía y alegría, salió corriendo lleno de rabia y de dolor. Así funcionaba el mundo, pensó, justo cuando crees que has conseguido lo que buscas, la realidad se muestra como es y te enseña que nada es lo que parece y que lo que has encontrado es solo una decepción más en tu vida.
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