Eso es lo que siempre me decían todos. Que tengo mucha personalidad y un pelo muy bonito; lo dicen simplemente para no decir que estoy gorda y porque no se les ocurre nada positivo que decir. Mi problema es que por mucho que me esfuerce nunca seré la mala. Si lo fuera ya le habría dado un par de tortas a la estúpida de Laurita. Mírala, ahí, tonteando otra vez con mi Fran... tengo que hacer algo para sacarla como sea... bueno, este truco es infalible, lo que pasa es que tendré poco tiempo; tendré que aprovecharlo bien...
Alba se acerca a la parejita simulando un pequeño trote y como quien no quiere la cosa coloca el codo en una posición estratégica, de modo que forma el ángulo lo más agudo posible y orientado impecablemente a los riñones de Laura y con una extraña sonrisa apenas contenida en la boca. Inocentemente, mira hacia la ventana y suelta un "¡¡¡aahivá, Un Rolls Royce Phantom F Descapotable justo aparcado en la acera de enfrente!!!" justo cuando acelera hacia la ventana, clavando el codo de pleno en su objetivo y sigue hacia delante hasta llegar al fondo de la clase. Luego suelta un más inocente todavía "¡¡¡joooo, está muy alta para verlo bien, bajaré a la calle para poder disfrutarlo mejor antes de que se lo lleven!!!". Cuando escuchó a Laurita soltar un "¡ays! ¡la leche! ¡ahí os quedais pringaos!" seguido de varios reniegos de los compañeros que habían sido pisoteados y empujados a su paso, supo que su plan había sido un rotundo éxito.
Estaba profundamente orgullosa de haber sido mala por una vez, y sobre todo de los detalles: sabía que la pija ni se fijaría en el codazo y que iría incluso arrastrándose con tal de llegar a la calle antes que nadie. Un coche raro, exquisito, caro, con su chófer Ambrosio, sus bombones (que no son los del anuncio que son una baratija, sino otros mucho más insulsos y exíguos pero envueltos en oro de verdad y no en papel de imitación) y su millonario dentro... eso era irresistible para ella. Lo de los tres signos de admiración para crear una situación alarmante y/o claramente sorprendente y extraordinaria de cualquier trivialidad nunca le fallaban a una chica. Todavía con la sonrisa en la boca, y muy despacio, saboreando su triunfo, se dio la vuelta. En ese mismo instante, se le cayó el alma a los pies cuando vio a Francisco tirado en el suelo padeciendo un repentino dolor en las costillas. Disimulando como pudo se acercó a Fran y lo ayudó a incorporarse y roja como un tomate le preguntó que cómo estaba. Se imaginó a si misma consolándolo y mimándolo y acariciándolo y como él la iba a mirar todo agradecido y reconfortado y por un momento pensó que después de todo el plan no le había salido tan mal...
-Aparta gorda, déjame a mi Paquito. ¿Qué te ha pasado dulzura? ¿te ha hecho algo esa guarra?
-Yoo....
-¡No estoy hablando contigo bicho!
-Nonono, no te preocupes, no ha sido nada, simplemente se ha tropezado mientras pasaba y...
-Sisi, eso, me he tropezado yo no quer...
-¡Esto no va contigo, bestia! ¡mira como lo has dejado al pobre!
-Pero si no es nada...
-¡Tu te callas! si no sabré lo que te pasa y cuidarte yo...
Plan 1: fracaso... tenía que intentar otra cosa para hacerla volver a salir. Al fin y al cabo es lo que quieren los flanes que tiene, que salga mucho la tiparraca esa... ¡eso es!
-¡Ahivá! ¡Lauri, tienes el twitter petao! ¡se te han unido 50 followers de golpe!
-¿Quéeeee? ¡voooooy! ¿dónde está mi móvil? ¡arggghhhh! seguro que me lo he dejado en casa... tendré que llamar a mi mayormono para que me lo traiga... ¡arggghhh! ¡no tengo móvil para llamar a mi mayormono! ¿alguien me presta el móvil?
Conocido es por todos que cuando alguien que tiene una tarifa 20 veces más cara que la tuya, que se pega el día pegado al móvil y que por descuido se lo ha dejado en casa, va a coger el tuyo y va a dilapidar todo tu saldo o dejar tu cuenta en números rojos. No es sorpresa por lo tanto que el eco de ¿alguien me presta el móvil? resonara durante varios segundos en la clase sobre un repentino silencio creado por un amago de terror colectivo seguido de un sueco masivo hecho por toda la clase. Hasta se podía escuchar un leve silbidito de alguien que intenta parecer despistado si uno aguzaba el oído.
Maldición, nadie va a prestarme su móvil salvo mi falderito, pero el muy tonto de Fran nunca tiene dinero en su cutretarjeta, y estos chupópteros agarrados no me van a soltar ni las calderillas... ¡se creen con derecho a tener dinero! ¡ellos! ¡que no lo usan!; si mi padre tiene razón, trabajando es donde deberían estar todos, pagando impuestos para mantenernos... si es que los pobres son taaaaaaan pobres... en fin, que se le va a hacer, no van a dejarme ni para una mísera llamada en la cabina de la esquina... pero no, tampoco me rebajaré a eso ¿yo en una cabina? ¿qué se han creído? Bajaré a ver al director para que me preste el suyo o me lleve a casa.
Plan B: éxito. Ahora sólo quedaba deshacerse del móvil de la tiparraca en cualquier contenedor de basura por el camino y listos. Alguien que estaba deseando una minúscula rayita en la pantalla o un tono desafinado para cambiar de móvil nunca lo echaría de menos. Además, mi número no está en su agenda, así que...
Aún relamiéndose ante su nueva victoria, Alba bajó de las nubes y se dispuso a volver a acercarse y hablar con Francisco. Habían cosas que tenía que contarle, cosas que le estaban sucediendo que no le habían ocurrido nunca, estaba teniendo sensaciones y sintiendo emociones nuevas y excitantes para una mente como la suya, y todo giraba en torno a él. Y no, no estaba enamorandose porque hacía ya mucho tiempo que lo estaba. Esto era diferente, y lo peor de todo... parecía grave.
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