Alba por fin se detiene, sin tener idea de cuanto había corrido realmente. El sudor empapa su cuerpo. La respiración es un jadeo ahogado. Las lágrimas continúan cayendo. Alba se asusta al darse cuenta de que ha llegado hasta un descampado a las afueras de la ciudad. No tenía ni idea de que podía aguantar tanto corriendo.
El cielo, completamente nublado, augura lluvia. Al contrario que en la poesía minimalista de Misferioso, Alba seguramente la verá caer. Pero antes ve a un hombre enorme, alto y obeso, que se dirige hacia ella tambaleándose y con una brecha en la cabeza. Alba está a punto de ofrecerle ayuda, cuando se percata de la mirada de odio y la mueca de lascivia.
-¡Tú, putita! -le escucha decir-. ¡Tú vas a pagarlo todo!
Alba queda paralizada. No piensa. No actúa. Cuando el gigante llega hasta ella, se siente a punto de desmayarse. Y lo habría hecho si no fuera porque escucha otra voz. Una voz neutra, metálica, sin alma. Una voz que dice:
-Pim, pam. Toma lacasitos.
El hombretón mira anonadado como la mano robótica que ha aferrado su brazo derecho, le crea un ángulo imposible a la altura del codo. El gigante chilla de dolor, hasta que la misma mano robótica le golpea fuertemente en la nuca. El violador cae al suelo. Alba cree que está inconsciente y mira con reverencia a su salvador. Realmente acaba de producirse un asesinato.
Alba siente al instante lástima por aquel que la ha salvado. Es un hombre de unos cuarenta años, pero que ha debido sufrir un gran accidente. Placas de metal cubren su cráneo aquí y allá, ambos brazos son prótesis y su pecho y piernas están recubiertos enteramente con vendas. Y aún así, se ha enfrentado con ese matón por ella... debe ser un maestro karateka cinturón negro, fijo.
-Muchas gracias por salvarme -dice Alba tímidamente.
-Oh. Baby. Baby. Baby -responde la criatura-. Presiento que este es el inicio de una bonita amistad.
Alba queda maravillada...
-¿De verdad?
-Arturo. No seas duro.
-¿Te llamas Arturo? Yo soy Alba...
-Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, te pintaron pajaritos en el aire.
-¡Eres graciosísimo! -ríe Alba, olvidando por el momento la escena con Francisco y el terror con el matón.
-Porque en cada sitio que estés, en las cosas que vives yo también viviré. Busque. Compare. Y si encuentra algo mejor, cómprelo.
-Yo... abusando de tu confianza... ¿me acompañarías a mi instituto? Ya me da miedo hasta volver sola...
-Hasta el final del mundo y más allá del mundo, tu amor me hará vivir.
-¡Muchas gracias, Arturo! -ríe Alba mientras agarra la mano robótica de "Arturo"- ¡Eres un cielo!
-Whenever you need me que vamos, que la he liao parda.
Continuará
martes, 18 de diciembre de 2012
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1 comentarios:
Ese tal misferioso me suena...
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