Juanjo, iracundo y ebrio de poder seguía avanzando por la calle haciendo su justicia allí por donde pasaba. Tantos años puteado de residente, con una pequeña beca para poder estudiar, viviendo en un piso de estudiante, compartiendo su espacio con personas que iban y venían, aguantando jefuchos que exigían más de lo que aportaban y siempre con malos modos, durmiendo poco y bebiendo mucho café, atendiendo urgencias, viendo heridas causadas por terceras personas, muertes innecesarias por la imprudencia o por la locura o estupidez... todo lo que había vivido le había hecho desarrollar una rabia hacia las injusticias y discriminaciones, los abusos de poder y la falsedad, etc. y ahora todo estaba siendo canalizado hacia el exterior. Ya había destrozado una sucursal bancaria (tras asegurarse, eso si, que los empleados salían y tras acorralar al director), había golpeado a un correo que había ido a repartir estupefacientes hasta que le dijo donde los había conseguido, había machacado a los responsables (aunque sabía que el pez gordo se le había escapado, al menos se había dado el gusto con aquellos intermediarios), había parado en seco a un carterista, había ayudado a una viejecita a cruzar la carretera y había empujado a un viejo ricachón que había amasado su fortuna a costa de otros de la acera cuando pasaba un camión, había dejado sin nada con que violar a alguien que estaba a punto de hacer otra muesca en su cinturón, había hecho cantar a un poli corrupto que ahora tenía un par de dedos bastante torcidos...
Ónice iba como siempre en sus cosas metido, caminando pensando en los grandes conflictos de la humanidad y el fin del mundo que se avecinaba cuando se tropezó con Juanjo. Los dos vieron el gran potencial en el otro, Juanjo habiendo sentido una clara amenaza en alguien o algo con poder, la primera vez que se tropezaba a alguien como él; Ónice alerta, esperando las reacciones para juzgar en qué bando estaba su adversario. Para conocer a alguien, primero hay que luchar contra él, pensó.
Juanjo atacó primero, convencido de su nueva fuerza y habilidad. El enorme gato negro era rápido y ágil, y Juanjo tuvo que aplicarse. Ónice saltaba de un lado para otro y de vez en cuando golpeaba o amagaba algún golpe solo para comprobar, complacido, cómo se desenvolvía Juanjo. Estuvieron enzarzados media hora entre fintas, fintas sobre las fintas, golpes y finalmente, magia. Si bien en la primera parte Juanjo se mostró más que diestro, al final se vio claramente que no dominaba tan bien como pensaba sus poderes, mientras que el gato se mostró como un rival formidable, no dando ni un respiro y presionando lo más posible a su rival. Tanto que al final, exhausto, Juanjo cayó, y sobre él se posó grácilmente la diestra figura gatuna, como una pluma que cae sobre el suelo.
-Vaya vaya... has aguantado mucho mucho. Nadie suele aguantarme tanto rato... me recuerdas a Vicky, una vieja rival mía... ella si que conseguía sacar mi parte más oscura y violenta.
-¿Quién eres? ¿qué quieres de mi?
-Vengo a reclutarte.
-¡Ni hablar! ¡he pasado demasiado tiempo dependiendo de otros! ¡quiero forjar mi propio destino!
-Sin embargo, necesitas cooperar con gente que busque forjar el mismo destino que tu para poder superar lo que se nos viene encima. ¡Hemos de parar el fin del mundo y tu eres uno de los elegidos para hacerlo!
-¿De qué estás hablando, gato?
-Los cuatro caballeros del apocalipsis han llegado, por separado tienen poder más allá de nuestra capacidad individual, si se juntan formarán un grupo imparable que nos barrerá a todos. ¿Te crees que estos poderes que tienes son gratis y te han llegado para que te diviertas por ahí haciendo de Robin Hood? ¡has de usarlos para un bien mucho mayor! ¡únete a la resistencia!
-¿Y quiénes son y cómo es que no he oído hablar de ellos?
-Son los 12 sabios, grupos de tres para poder hacer frente con algo de garantías a cada jinete. Tres es el número sagrado: la trinidad, los tres reyes magos, los puntos necesarios para definir un plano, la trifuerza, el tres en uno, antena 3, los tres cerditos, etc. Se supone que forman una orden secreta que se mantiene al margen pero que se unen cada 300 años para combatir al mal. Tu has surgido justo ahora y no es coincidencia, tienes que unirte a los demás.
-Te creo. Aunque solo sea porque estoy hablando con un gato y no creo que lo que me estés contando sea más increíble que eso. ¿Dónde puedo encontrarlos? llévame a ellos.
-No puedo
-¿No eres uno de los miembros?
-SsssssNo, no lo soy. Pero algo me dice que los encontrarás pronto y sabrás quienes son, la fuerza poderosa en ti es y si me has reconocido a mi no tendrás problemas para encontrarlos a ellos. Concéntrate y notarás sus auras.
-Si, creo que ya los veo... ¿y esas auras demoniacas tan enormes? ¿son...?
-Si. Ya queda poco; ¡date prisa!
Y Juanjo se alejó, recuperándose más rápido de lo que cabría esperar de la paliza recibida.
-Si hasta domina su poder de curación... mucho pontencial, si señor. Ahora solo queda resolver la cuestión del duodécimo... porque yo no puedo revelarme tan pronto. Lo echaría todo a perder...
Y Juanjo se alejó, recuperándose más rápido de lo que cabría esperar de la paliza recibida.
-Si hasta domina su poder de curación... mucho pontencial, si señor. Ahora solo queda resolver la cuestión del duodécimo... porque yo no puedo revelarme tan pronto. Lo echaría todo a perder...
2 comentarios:
Realmente este sería el número 6... Se me borró una línea en el post anterior...
xDDD
xDDDD... bueno, así tenemos algo más con lo que jugar en los siguientes capítulos xD
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