La luna, la jodía luna. Y encima roja, como si se mofara. Ah, la maldición de las mujeres, todo el mundo de fiesta y yo doblada sobre mi misma intentando que no se me escape el alien. En fin, tampoco me pierdo mucho, aunque al menos podía hacer efecto ya la pastillita para poder relajarme un poco y con algo de suerte dormir, que casi parece que llevo un demonio dentro. En fin, realmente envidio a todas esas que cada mes pueden hacer lo que quieren, como si no les bajara. Realmente cuando me encuentro así lo que quiero es matarlas a todas, es un pensamiento recurrente que me viene a la cabeza. Y a los tíos también. Se habrán creído ese atajo de animales, que no ven más allá de la punta de... arrgh como duele... es el peor periodo que he tenido nunca, ni con la pastilla ni con tres pastillas que llevo ya... dismenorrea de los cojones... la madre que los parió a todos, los cogía y los colgaba, los muy... ufff... malditos, malditos sean todos, no dejaba uno vivo, no... dioossssss es como si me fuera a estallar, como si algo fuera a salir... los mato, los mato, los matooooo....
Los gritos de dolor y de angustia y los reniegos e insultos resonaban cada vez más fuertes; los vecinos, alarmados habían llamado a la policía. Eileen nunca había dado problemas y había sido una vecina modelo, habían dicho los supervivientes a la prensa después de lo sucedido. Solo quedaron regueros de sangre esparcidos por los suelos y las paredes de aquellos ingenuos que se habían cruzado o habían salido de sus pisos para intentar ayudar a una chica aparentemente histérica y que acabó con ellos cruel y salvajemente, desespedazándolos casi sin esfuerzo alguno. En su habitación, escrito con su propia sangre un "bienvenidos a mi infierno, venid a mi a morir". Unos dicen que ese día nació un demonio. Otros veían a la muerte personificada.
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