Pruébame blogger!

¿Que estás en el más absoluto desespero y no sabes que comprar para regalar estas navidades???

-Hola, maldito imbécil -me saludó la madre de mi novia.
-¿Qué haces aquí, carcamal? ¿De nuevo te han expulsado del asilo? -repliqué.
-Por lo menos yo no tengo que ir lamiendo por donde los tus pavos gigantes cagan, escupitajo del demonio.
-Es obvio que me acabo de enterar de que estabas aquí, vieja bruja -saludé-. Si lo hubiera sabido un poco antes no tendría que verte el pelo... que ya es difícil de ver, de todas maneras.
-Con lo cabrón que eres, habrías venido de todos modos para incordiarme.
-Pedazo de zorra fósil... ¡A ver, alguien, que haga el favor de traer una escoba! ¡Resulta que la muy payasa de mi suegra tiene tantos años que se le caen y vamos a tropezar con ellos!
-¡Eso, eso! -gritó ella-. ¡Que alguien traiga rápido una escoba para metérsela a mi yerno por...!
A estas alturas de la discusión, ella y yo nos habíamos acercado tanto el uno a la otra que nos estábamos empujándonos con la frente.
-¡Mona calva del Caos!
-¡Cabrito loco desbocado!
-¡Escroto de kuordo caducado!
-¡Moco de pavo gigante mutante!
-¡Lombriz borracha con calambres!
-¡Boñiga húmeda con larvas de mosca!
-¡Cacho de...!
Parecía que ya íbamos a lanzarnos la otra contra el uno cuando Dunia entró en el comedor.
-¡Ah, si estais aquí! -exclamó Dunia.
Tanto mi suegra como yo asentimos muy sonrientes mientras nos palmeábamos la espalda.
-¡Sí, estábamos charlando, aquí tu novio y yo! -explicó ella.
-¡Ya sabes que nos encanta contarnos batallitas! -salté por mi parte.
-¡Eres como un hijo para mí! -gritó mi suegra mientras me abrazaba.
-¡Ay, mi segunda mami! -chillé yo mientras, conteniendo el asco, besaba la mejilla de mi suegra.