miércoles, 24 de abril de 2013

104 barriletes de brandy abandonan a sus peludos dueños

Raoul se despertó sobresaltado. Las magulladuras y el dolor habían desaparecido como por arte de magia. Se sentía más fuerte, más noble, más decidido, más rápido y agresivo. Se miró en un charco en el suelo y quedó cegado ante el fulgor de su dorada armadura. Su amplia melena, suelta ahora y desordenada por el viento (junto con la pose de miro-al-horizonte-como-si-le-fuera-a-dar-dos-leches) le daba un aire de majestad. Era el león: bravo, fiero, poderoso. A su lado Athenea, cuya aura brillaba en un fulgor cálido y acogedor, vestía un suave traje de seda y una diadema dorada ardía en su cabeza, lo miraba con gesto aprobador.

Arturo, puro y virginal, se hallaba en la postura del loto mientas recitaba trozos del corán que recordaban más a recetas de cocina. Como en un raro sueño, flotando en el cielo aparecía el arquero celestial, con el rostro de Fran pero el cuerpo medio desvanecido en la oscuridad solo interrumpida por el brillo de las estrellas. Más allá, entre las ruínas se acercaban los demás. 

Laura surgió tras su escondite bastante sorprendida, con una rosa en los labios. Tras observarse un momento, sonrió al sentirse limpia y con una renovada belleza. Alba despertó de su sueño cósmico luciendo la armadura del carnero, se levantó y avanzó con elegancia hacia el resto dejando a su paso una estela de polvo de estrellas. El viejo maestro no llevaba armadura, pero se encontraba meditando sobre una gran caja dorada labrada con las balanzas de la justicia. Ahora era violado, aunque no parecía que le importara mucho. Me refiero al color de su piel.

Antonio Mata, con su intachable sentido de la justicia y lealtad no podía llevar otra armadura que la de carpicornio, siendo el gran custodio de la poderosa espada escaliburra. Juanjo por su parte, llevaba la armadura del escorpión. Como no podía ser de otro modo, nada más juntarse  empezaron a probar sus nuevos poderes y habilidades a base de darse ostias como panes.

La fría rebeca apareció con una ánfora en el hombro mientras se le caía parte del agua (o lo que quiera que fuese, en teoría leche, aunque dada la transparencia del líquido, debía ser superdesnatada y megabautizada) que brotaba de su interior. Es complicado llevar una cosa de esas echada y no derramar nada, claro. Adrián por su parte estaba todo entusiasmado al llevar la armadura del toro. Aunque no entendía muy bien por qué le habían tocado a él los cuernos.

Por último apareció Ambrosio, un tanto decepcionado por llevar la armadura de cáncer, tener que aguantar a los pesados de los muertos todo el rato y verse subyugado a la voluntad de Atenea.

Todos los caballeros se juntaron ante Atenea e hincaron la rodilla al suelo en un gesto de pleitesía y respeto mientras sonaba una fanfarria llena de epicidad, emocionidad y regicidad y otras palabras retorcida y equivocadamente elegidas terminadas en cidad. Como en una peli cutre en medio de una escena que pretende ser un climax, un caballo alado (o con unas alas un poco cutres pegadas a los lomos) llegó en ese momento y se posó grácil y elegante (o al menos cayó a plomo y se levantó con la mayor elegancia que pudo) al lado de Atenea, que por azares del destino se encontraba cerca de una enorme grieta que se había abierto tras la explosión que había provocado Laura.

-Ale, ale, muy bien niños, ya estais yendo a pelearos contra todos esos dioses de pacotilla, que pa algo soy la más chachi- bramó Atenea con cara de malas pulgas. 
-¿y por qué tenemos que solucionarte nosotros la papeleta?- dijo Ambrosio.
-Ohmmmmm- dijo Arturo
-A cagar, tu y yo a lo nuestro- susurró Antonio a Juanjo.
-¿Eres tu, Fran?- dijeron al unísono Laura y Alba.

Al momento, pasaron varias cosas a la vez: alguien preguntó quién y qué cojones era Ofiuco, ante la sorpresa de todos la armadura de sagitario pareció estallar y se dispersaron sus pedazos a gran distancia en distintas direcciones, una flecha se clavó en el pecho de Atenea que la mataría al cabo de 12 horas, el pegaso se cayó misteriosamente por el despeñadero y apareció la armadura de Géminis sin nadie que la vistiera y profiriendo una sonora y gutural carcajada. Y sobre todo, una extraña sensación de dejavù inundó a quien está leyendo esto ahora mismo.


103 San Bernardos

Arturo depositó con suavidad a Alba detrás de unos escombros, protegida de la metralla y los temblores de tierra que los dioses provocaban con sus golpes.
-Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho...

Por un momento, una densa polvareda proveniente del mismo combate hizo que la visibilidad quedara reducida a un par de metros. Aún así, el ruido de los golpes y las vibraciones hacían saber a los presentes que la guerra continuaba sin control.

Y tanto que continuaba sin control... cincuenta garrotes hendieron el suelo y veinte "¡Hey!" se escucharon mientras los Veinte Tarados de la Tarantela y los Cincuenta Indómitos Habitantes de las Estepas Murcianas entraban en escena llevándose todo por delante.

Raoul perdió pie y perdió de vista a Rebeca. Una nube de humo y polvo lo envolvió y le dejó desorientado. Tragó una bocanada de ese insano aire y comenzó a toser, hasta acabar en el suelo, sin fuerzas. Unas manos le agarraron. Raoul sintió como levantaron su cabeza y besaron sus labios, llevando a sus pulmones aire limpio.

Raoul abrió los ojos.
-Atenea...
-No dejaré que mueras.
-Mira que salvarme tú, cuando siempre te están salvando a ti tus caballeros...
-Mira que eres friki.
-Atenea, tengo que confesarte una cosa...

Las manos de Raoul tomaron fuerte las manos de la diosa. Atenea, algo muy raro en ella, se sintió turbada y azorada.
-¿Que... qué tienes que decirme, Raoul?

(dramático momento de silencio)

-Que besabas mejor cuando eras Guerra.

Y tras un espléndido concierto de grillos, Atenea lanzó por los aires a aquel al que no iba a dejar morir bajo ningún concepto.

Continuará

lunes, 22 de abril de 2013

Sobre el final de perdidos (primicia mundial xD)

Ha sido un finde con un calor asfixiante hasta el punto que salir de casa hubiera sido poco más que un suicidio, así que he aprovechado y he terminado (por fin) con la media docena de capítulos que me faltaban por ver de perdidos (si, la pereza es muy mala). Lost es una serie que parte de una serie de premisas: una isla con reglas propias que crea un mundo y unos personajes con reglas propias. Desde el comienzo hay claramente una serie de elegidos, personajes imprescindibles para la trama ya sea porque son piezas clave, porque se convierten en piezas clave o porque parecen piezas clave y personajes que son meros acompañantes y/o vehículos para que la trama avance en un momento dado. El problema o la grandeza de la serie es que pese a que se intuyen los roles de cada uno, los guionistas consiguen que se entremezclen tanto como para llegar a confundir (personajes principales que tienen un rol meramente secundario durante toda la trama, segundones que de repente tienen un estatus muy superior al que les habíamos asignado, personajes guadiana que aparecen y desaparecen y cuya importancia nunca está muy clara y sobre todo, ambibalencia, personajes que está claro que juegan para si mismos y actúan en consecuencia y personajes que nunca se sabe muy bien qué los motiva pues lo que en un momento los lleva a actuar de un modo, en otro los lleva a actuar completamente al contrario). Lo mismo pasa con las reglas de la isla, que a veces se siguen a rajatabla y otras veces se las saltan a la torera, no dándote ningún asidero "real" al que agarrarte. Todo está ahí con la promesa de que se irá descubriendo poco a poco, de que todo tiene una base y una explicación, pero lo que nadie dice pero todos sospechan es con lo que juegan los guionistas y personajes continuamente es que realmente lo importante es avanzar, seguir adelante, huír y sobrevivir un día más. Porque si, muchas cosas acaban teniendo un sentido, pero es más lo que el televidente quiera interpretar que cualquier otro. El resultado es que por muchos intentos de sugestión en un sentido u otro que haga la serie, por muchas posibles interpretaciones que se le den, todas cojean por algún lado. Las líneas maestras de esta serie son atar los cabos suficientes para dar una mínima coherencia aparente y dejar la mayor cantidad de cabos sueltos para que las circunstancias sean lo más abiertas posibles. Se supone que los gemelos no pueden abandonar la isla, pero hay uno que lo hace. Se supone que uno reprensenta el bien y el otro el mal, pero muchas veces la cosa no está nada clara, pues uno lo único que quiere hacer es salir y el otro lo único que quiere es encontrar un sustituto. Los elementos que más ampliamente modifican el curso de los acontecimientos no dejan de ser algún tipo de deux-ex machina, creados más para conseguir giros espectaculares en el argumento que nos son incrustados en la mente en movimientos (a veces muy hábiles, otras veces muy torpes) de prestidigitación. Con todo, tengo que decir que salvo el último capítulo (demasiado ñoño y tan poco revelador y tan dado a interpretaciones grandilocuentes a la par que vacías como toda la serie en si), la última temporada me ha gustado. ¿Por qué? pues porque refleja todo lo bueno que si que tiene la serie. Personajes con un carisma fuera de lo común, situaciones rocambolescas que terminan enganchando, acción y tensión por todos lados (muchas veces más sugerida que real), contínuos guiños y homenajes a situaciones anteriores y a las relaciones entre los propios personajes, un punto de misticismo y misterio que siempre le ha dado el toque exótico e interesante que la distingue de otras series de ficción y que lo aleja de la típica serie de grupo de personas que se ven atrapadas en un sitio y tienen que sobrevivir. Y lo bien enlazadas que están las historias paralelas en el mundo real&tm;, que esta vez si dan sensación de estar hechas con mimo y gusto y no como un relleno o una forma más de retorcer los pasados de los protagonistas para intentar darles un poco de vida e interés y que son todo un homenaje a los que se han pegado las cinco temporadas anteriores. En fin, una serie que con sus defectos, que son muchos, entretiene y engancha y que si no te la tomas muy en serio, es muy muy disfrutable. Eso si, nunca perdonaré que el personaje de Hume sea tan maltratado y desaprovechado...

domingo, 14 de abril de 2013

102 dálmatas

¿Cómo? ¿cómo he podido hacerlo? se dijo sollozante Laura. Lo vi, lo vi claramente, lo vi correr a la desesperada intentando salvar a la mujer que sin duda ama. Lo vi anhelante y suplicante, vi el miedo en sus ojos, lo vi abrazarla antes de que mi ira expandiera mi magia hasta las mayores cotas de destrucción que yo hubiera jamás soñado. Lo vi gritar de dolor en una muda mueca desesperada, lo vi gastar todas sus fuerzas en absorber todo el daño e impedir que Alba sufriera el mínimo rasguño. Antes de eso vi a una Alba sorprendida, pero no vi odio en sus ojos. Lo que vi fue resignación. Quería acabar con todo, se estaba dejando morir, tenía el gesto sumiso y suplicante de quien sabe que todo se acaba y de que es lo mejor que podría pasar. Creo que no acabó de entender la naturaleza de la magia que se movía a nuestro alrededor. Creo que nadie realmente sabe qué narices está pasando. Ella cree que Fran la había dejado. Eso creía yo también. Pero ahora sé que no, que Fran siempre la amó, que Fran siempre la quiso y nunca fue capaz de hacerle daño, que todos hemos sido manipulados, dioses incluídos. Hay una fuerza superior, mentes que juegan con nosotros, cambiando voluntades, diseñando destinos, jugando con los hechos, con los sentimientos. Los he notado, justo en el momento en el que más forcé mi magia, justo en el momento en el que más poder canalicé a través de mi. Son... los demiurgos. Si, no pueden ser otros; las fuerzas primarias que mueven el universo a su antojo. Si no recuerdo mal, eran dos, o quizá eso lo leí en algún otro lado y estoy mezclando cosas. En fin, que estoy divagando. Alba quería morir sin saber que Fran la amaba por encima de todas las cosas, sin saber que no era culpa suya todo lo que estaba pasando, sin saber que a todos nos estaban manipulando. Y ahora Fran no está, se sacrificó salvando a Alba y yo estoy sola. Y la culpa de todo es mía; si antes fui desgraciada por no ser correspondida, ahora lo soy más, por haber matado al hombre al que amaba. Ojalá hubiera podido ser más madura y adulta y haberme enfrentado de otro modo a todo esto. Creo que va siendo hora de que arregle algunas cosas por aquí... pero estoy tan débil... tengo que intentarlo, aún puedo conseguirlo, creo que si coopero con Alba... no sé si ella querrá siquiera mirarme... pero se lo debo a Fran.

101 ... ... ... ¡¡¡CAPICÚA!!!

Rebeca estaba decidida. Se piraba. Allá cada cual. Juanjo y Antonio se habían dejado fuera de combate el uno al otro. Una explosión mágica acababa de dejar sin ropa y aturdidos a unos cuantos más. Dioses y hombres estaban luchando unos contra otros en una guerra que no podría ganar nadie. Y acababa de aparecer el tal Ra-Amón, y estaba limpiando el campo de batalla a base de leches, incluyendo a Loki, el cual presuntamente le había invocado...

Fran había desaparecido, ignoraba si consumido por las energías de Hela y Hades, o algo peor... Arturo se había llevado a Alba, Adrián estaba desmayado...

-¿Estás bien, Rebeca?

Raoul. No podía ser otro.

-Estoy viva, que ya es bastante... estoy tan desesperada que cualquier idea que tengas será bienvenida.
-¿Al margen de arrastrarnos y suplicar piedad?
-Al margen de eso, sí.
-Si te digo que me atraes especialmente, ¿tendrías una cita conmigo después de resolver este problema?
-Si sobrevivimos, sólo te garantizo que no te volaré otra vez tus partes innobles de una patada cuando me lo propongas.
-Vale... creo que tengo una idea.
-Temo tus ideas.
-Estoy convencido de que tantos dioses reunidos y apalizándose, está atentando contra el orden cósmico. Necesitamos alguien capaz de restaurarlo, que ponga en vereda a todos...
-¿Invocamos a Eunomia, por ejemplo?
-¿A quién?
-Eunomia -explicó Rebeca-, diosa de la ley y la disciplina y...
-La verdad es que yo estaba pensando en algo así como Goku, Chuck, Cafre y Bruno Díaz, todos a mogollón, pero si tú crees que a la Eunomia esa la harán caso, y sabes cómo invocarla, yo encantado...

Continuará

viernes, 12 de abril de 2013

Anécdotas vs historias

Yo soy una persona con poca labia. Me hace falta tener al lado alguien conversador. No un conversador compulsivo de esos que necesitan hablar continuamente y les da igual si están solos o rodeados de gente, conocidos o desconocidos o alguien que sólo necesita que le prestes atención sin buscar un mínimo de interacción contigo. Necesito alguien que sepa crear y mantener una conversación en la que me sienta involucrado y donde yo pueda aportar y ayudar a mantenerla viva, donde se me dé lo mismo que se me exige. Quizá por eso soy más de conversaciones tipo "escalada de chorradas" donde cada cual aporta una tontería mayor pero ambas partes tienen igual parte y la mantienen por igual. Quizá por eso soy un tío más de contar pequeñas anécdotas que de contar historias. Al contrario que mi padre o mis hermanos, soy incapaz de hilvanar las cosas que me pasan o pasaron en un todo coherente y soltárselo a una tercera persona. Soy un tío del tipo: ayer ocurrió esto.

Todo esto viene porque contar historias es algo que a otras personas les resulta sencillo y natural y para mi no pasa de ser algo frustrante. Quizá por eso dejo de ser interesante en cuanto la gente me conoce un poco y dejo de tener cosas que contar y los demás dejan de interesarse por mi y mis cosas y buscar que preguntarme. Pueden partir o no de una anécdota, pero alrededor de cualquier minucia construyen una historia y lo que es más importante, le dan continuidad, no dejan que esa semilla, ese pequeño germen se quede sin sustento y la alimentan y engordan. Incluso esta pequeña anécdota puede dar lugar a historias para varios días al ir sucediendo más cosas. Y lo que yo cuento se acaba en un minuto tras el cual me quedo sin nada que decir y sin saber cómo continuar conversando; estas otras personas alargan y enriquecen y convierten un pequeño hecho casi sin importancia en un filón de palabras y situaciones. Y las anécdotas que tengo que podían derivar en historias resulta que duelen; en su momento y visto con perspectiva, contarlas era más una manera de desahogarme por lo pasado y ahora cada vez más han perdido su halo de historias y se han ido quedando en meras anécdotas, aunque el dicho dice que las cicatrices siempre cuentan mejores historias que los tatuajes. No tengo reparo en decir que envidio mucho a esas personas, pues estoy hambriento de historias y no encuentro manera de saciar ese hambre, y ese hambre me consume.

jueves, 11 de abril de 2013

Becas para leer más


Está claro que hay que leer más. Hasta te lo ponen en azulito y te lo subrayan para resaltar lo importante que es. Y si te becan para hacerlo mejor que mejor ¿no? cobrar por leer, como un crítico pero sin tener que escribir nada para poner a parir al fulanito que toque ni nada...

viernes, 5 de abril de 2013

100% algodón (no, estas no son las espadas que andáis buscando)

Ah, no, eso si que no. Nada nadita nada de caso me hacen desde que empezó a desvariar todo esto. ¡A MI!... plebeyos hediondos... me insultan, me desprecian, ¡incluso me llaman bruja! (bueno, los poderes tengo que reconocer que molan mucho, aunque hasta ahora en realidad no me han servido para nada, pero eso lo arreglo yo en un periquete... se va a cagar el puto Ambrosio de los cojones, le voy a meter ferreros hasta que le salgan por las orejas, y no voy a decir por donde porque una es una señorita). ¡Y ni siquiera me he convertido en semidiosa! No, esto se va a acabar aquí, ni dioses ni pepinillos en vinagre. ¡Encerrarme! ¡a mi! ¡dentro de una sanguijuela con barrotes! ¡con un pervertido de mierda! ya decía yo que dormir con niños era levantarse cagada, jamás debí haberme puesto a jugar con ese mamarracho cuando era Fran el que tenía que haberme visto en picardías... ¡y lo más que me jode es que aquí todo el mundo se lo ha tirado menos yo! ¡yo que llevo enseñándole las bragas desde primaria! ¡debería ser yo quien se lo hubiera llevado al huerto! ¡o mejor aún, al pajar! ¡que mi padre tiene muchos caballos! ¡y encima estoy toda sucia, llena de barro y se me ha roto una uña! ¡nggggggggachiiss!

Arturo, quizá el que contaba con menos vida (o no vida) de los presentes dada su naturaleza, sin embargo fue el más presto a conservarla cuando salió corriendo mientras soltaba un "mon Dieu! c'est l'aritmétique" mucho antes de que Laura teatralmente se izara en medio de todos los contendientes que se habían reunido en la pelea de dioses y empezara a brillar cegadoramente cual supernova con ganas de fiesta y finalmente la realidad circundante estallara en miles de pedazitos. Una vez a salvo de los efectos colaterales de la onda expansiva, disipadas el aura mágica, el polvo y la radiación, Arturo se acercó con cautela a la zona de impacto con la esperanza de encontrar supervivientes. Iba dando brincos aquí y allá buscando entre los pocos cascotes que había y citando a platón: "El amigo ha de ser como el dinero, que antes de necesitarlo, se sabe el valor que tiene...", "Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta.". Al encontrar a Alba, desnuda y prístina, salvada milagrosamente de la explosión, las llamas posteriores, el humo y el polvo, la recogió con suavidad.

-La belleza de la mujer se halla iluminada por una luz que nos lleva y convida a contemplar el alma que tal cuerpo habita, y si aquélla es tan bella como ésta, es imposible no amarla...- musitó con delicadeza a su oído. Más allá, avergonzada y dolida se escondía Laura, que con la deflagración también había perdido las ropas, ocultando no solo su cuerpo sino las frías lágrimas que con fuerza brotaban de su cara, sin acabar de creerse aún lo que había provocado.

¡Cuenta con mis 99... ¿cómo que no hay espadas?

Fran se soltó de las bellas, tentadoras manos de Venus y Afrodita y echó a correr. No, no volvería a cometer el mismo error.

Alba... sólo podía pensar en ella. ¿Importaba acaso que Alba le hubiera rechazado? Él había traicionado su confianza, no valían excusas...

Pero aunque la relación estuviera rota, las promesas que le había susurrado al oído mientras abrazaba su cuerpo desnudo, seguían vigentes. Alba no era una cualquiera cuya importancia terminaba después de yacer con ella... Alba era el motivo por el que él vivía. Y aunque jamás volviera con él, seguiría viviendo por ella. Porque el amor nos hace imbéciles, y gilipollas. Pero también valientes y nobles. Y por una razón aún más justa. Era su decisión. Era lo que Fran quería hacer. Quería cumplir sus promesas, casi tanto como quería volver a abrazar su cuerpo desnudo. Y aunque su poder era insignificante en comparación con el de los dioses, su determinación era tan grande como el propio cosmos.

No emitió sonido alguno. No dijo últimas palabras. No gritó juramentos.

No hacía falta.

En silencio, se interpuso en el camino de las dos terribles manos que querían robar el poder y la vida de Alba.

Continuará
 

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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