jueves, 27 de junio de 2013

108 razones para seguir escribiendo

-¡Eh, que ese es mi hermano!- gritó Vicky que había bajado corriendo las escaleras y salía por el portal justo en el instante en el que abrían las puertas de la furgoneta donde estaban metiendo a Diego, que se debatía en un inútil esfuerzo por liberarse, golpear al tío más cercano y entender qué diantres estaba pasando sin obtener ningún tipo de resultado en ninguna de las tres cosas.

-¿Tu hermano? ¿te haces responsable de este tío entonces?- preguntó el que más cara de bestia tenía que se había dado la vuelta y ahora estaba mirándola desde arriba... bastante arriba.
-¿Si?- respondió dubitativa al darse cuenta de que se enfrentaba a un armario de 3x2 con cara de bulldog con mala leche y babas escurriéndosele por la barbilla pabajo y que de repente metía mano bajo su gabardina. Un frío presentimiento de peligro inminente la inundó y la dejó petrificada, sin capacidad alguna de reacción.

Ante su sorpresa, no sacó la cachiporra reglamentaria ni hizo ademán alguno de violencia, simplemente relajó el gesto, con esfuerzo forzó una sonrisa bastante lamentable pero que quería resultar amable y sacó un papel impreso y un boli. El otro hombre, que mientras tanto se había encargado de sujetar a Diego con el cinturón de seguridad, se unió al grupo en silencio.

-Por aquello de los gastos de manutención y el seguro para los desperfectos que cause y esas cosas...- dijo.
-¿qué?
-Pues eso
-¿queQUÉ?
-¡PuesesoPUESESO!
-Eh, no me grite, que le oigo bastante bien. Quiero decir que no entiendo ni por qué se lo llevan ni qué es eso del seguro, ni...
-Vea nuestras ropas... ¿qué pone nuestra furgoneta? ¡no es tan complicado! ¡debería ser obvio qué es lo que estamos haciendo y por qué! y evidentemente, siendo usted familiar cercano es a quien debemos pedirle...
-¡Pero mi hermano está bien! (no, ya sé que no lo está, pero no TAN mal como para esto) ¡no se lo pueden llevar! ¡YO NO LO AUTORIZO!
-Por supuesto que no, y nosotros tampoco, esto es un asunto de seguridad nacional, si no lo controlamos a tiempo puede ocurrir una catástrofe de grandes dimensiones o algo peor.
-¡Lo que va ocurrir es que voy a empezar a dar leches como no saquen a mi hermano de ahí dentro!
-No tema por su hermano, velamos por el bien de la humanidad... denos algo de crédito (de ese y del otro, así que firme aquí o se queda sin comer mientras lo tengamos retenido)
-¿pero cómo voy a dar crédito a unos tíos que vienen de parte de una organización llamada CIPOTE y que dicen que secuestran a mi hermano por cuestión de seguridad nacional? ¡un tío que parece un gorila (con perdón) disfrazado de Humphrey Bogart y otro que parece un cura que va al gimnasio a ver a las tías en ropas ajustadas y que se le ha pegado algún músculo porque tiene que disimular un poco!
-¡Eh! ¡vosotros dos!- gritó una voz femenina desde el interior de la furgoneta- ¡que es para hoy! ¡Harry, olvídate de formalidades y vámonos ya!
-¡Ya vamos!- gritó el llamado Harry dando un empujón a Vicky y agarrando al otro por un brazo- pater, dese prisa, que esta es capaz de dajarnos en tierra.

Y vicky, levantándose del suelo todo lo deprisa que pudo, los vio partir impotente, pero haciendo un esfuerzo por ver a través del humo que delataba la edad y el pobre mantenimiento de la furgoneta y acordarse de la matrícula. Aún aturdida por el golpe recibido por el tío del CIPOTE, empezó a caminar con rabia hacia su casa, con la idea de llamar a la policía tan absorta que tropezó con su gato Ónice, que estaba a medio camino.

-¿Qué haces tú aquí? ¡si nunca sales de casa! ¡eres un miedica!... anda ven- y lo tomó en sus brazos, más pendiente de llegar al teléfono que de la sonrisa siniestra que esbozó el gato, como si sus planes fueran por los derroteros que hábilmente había planeado de antemano.

Tras mucho, mucho, demasiado tiempo... 107

Madrugada del 26 al 27 de junio del 2013.

Por primera vez en casi dos meses, tecleo la contraseña que evoca pasados inconclusos y accedo a mi cuenta y a los blogs. 

El gran gato negro, Ónice, se materializa a mi lado.
-Ya era hora -maúlla-. Desde el 3 de mayo tienes a todos esos pobres personajes paralizados en el tiempo, así como al bueno de Chencho. 
-Lo sé -reconozco con desgana-. Han sido un par de meses difíciles. 
-Una miauerda difíciles -bufa Ónice-. Yo soy un personaje de ese relato. ¡No hay derecho a que me tengas inactivo tanto tiempo! 

Anubis surge de la nada y apoya su mano sobre mi hombro.
-Tú mismo podrías ser un personaje en una novela -proclama-. Si ésta queda inacabada, ¿qué será de tu vida?
-Sí, bueno, no tengo ni idea -me encojo de hombros-. Lo que tengo claro es que no apareceré de repente junto al autor del relato para casi matarle del susto, y para darle la lata y para echárselo en cara.
-¿Meses difíciles? ¿A qué llamas meses difíciles? -pregunta el Dragón Azur Qing Long-. ¿A dos desengaños amorosos? ¿A la muerte de un ser querido? ¿A la idea de emigrar? ¿A problemas personales? ¿A...?
-A todo eso -respondo con desgana-. Y también a aguantar todo este tiempo como captador de socios para una ONG.

Ónice, Anubis y Qing Long retroceden con pavor.
-En verdad este hombre conoce las fuerzas del infierno -asiente con respeto el Dragón Azur.
-Y antes aguanté un año como agente de seguros, que conste -añado dándome aires. 
El Dragón Azur inclina la cabeza con reverencia.

-Todo eso está muy bien -dice Anubis-. Pero has dejado inconcluso demasiado tiempo este relato. Es hora de continuar. 
-Bueno, bueno -protesto-. Que no sólo he dejado esto aparcado, también mi propio blog y...

El Unicornio Herido aparece con un mosqueo monumental:
-¿Herido? ¡Me tienes ya desangrado, cabrón!
-El que faltaba -suspiro profundamente-. De todos modos, ¿qué queréis que os diga? Yo ya no tengo imaginación para continuar esa historia. Estoy falto de moral y de energía. No se me ocurre...
-Creo que no entiendes nada -replica Ónice-. Tú no creas la historia. Tú eres el receptáculo que transcribe la historia tal y como va ocurriendo. Si dejas de escribirla, la historia se detiene creando una rotura espacio temporal, una arruga en el continuum del multiverso paralelo alternativo y una paradoja en el mismo tejido de la realidad inventada.
-Si me das cuatro jarras de cerveza, a lo mejor hasta entiendo eso -respondo.

-Se acabó -pronuncia Anubis-. Lo hará por las buenas, o por las malas. 

El dios egipcio levanta su brazo. y habla con solemnidad:
-El cerebro cibernético de Arturo servirá de perfecta grabadora. Y sus nuevos poderes derivados de la filosofía oriental de Virgo serán el perfecto catalizador. A partir de ahora, seguirás escribiendo. Y Arturo será la voz que te dicte...
-¡Espera un jodido momento! -chillo- ¡Yo creé a Arturo! ¡Sé perfectamente como funciona su cerebro! ¡Y es una mala idea porque....!

Demasiado tarde. 

Comencé a recibir en mi propio cerebro las palabras de Arturo. Palabras llenas de sabiduría y esperanza:

-¡Kiss kiss fall in love! ¡Forgendro número dos sobacmatic! ¡Me vais a comer la polla! ¡Escándalo, esto es un escándalo! ¡La he liao parda! ¡Maybe you´re my love! ¿Saben aquel que diu...?

Arturo observó como Alba, Laura y Ambrosio desaparecían en un portal místico. Extrañamente, parecía como si ese segundo hubiera durado dos meses. Pero eso era imposible, ¿o no? Daba igual, su cerebro cibernético imbuido de la energía del loto, clamaba que era hora de actuar.

Mientras, muy lejos de allí, a un universo de distancia, cierto captador de cierta ONG balbuceaba cosas sin sentido alguno mientras un par de forzudos hombretones le colocaban una camisa de fuerza. 

Continuará


 

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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