54 maneras de quererte ~ Pruébame blogger!

lunes, 14 de enero de 2013

54 maneras de quererte

-Creo que puedo mantenerle un rato ocupado -dijo Alba con los ojos en blanco y su cabello ondeando por un aire inexistente-. Es muy fácil hacer que aparezcan esqueletos una vez le pillas el truco...
-Alba, ¿te has dado cuenta de que tienes el esqueleto de un hámster en el hombro? -preguntó extrañado Fran.
-¡Sí, se llama Ratátaro! Es muy mono y... y... esto ya me está pasando factura psicológica...
-Voy a intentar crear parapetos o barricadas o lo que sea para cubrirnos.
-Bien pensado...
-En mis sueños siempre estamos unidos tú y yo.
-Que sí, bonito... que nosotros también te queremos, Arturo...

Mel y Zoe llegaron cargando prácticamente con Raoul.
-¿Se puede saber a qué ha venido esa entrada? ¡Teníamos la situación controlada! -protestó Zoe.
-Os estabais tirando a vuestro enemigo y al asesino de vuestros compañeros... ¿a eso le llamáis tener la situación controlada? -gritó Raoul.
-Bueno, no te pongas así. He captado efluvios mágicos de un hechizo de apasionamiento. Nosotras no tenemos la culpa de...
-¡Ese hechizo sólo funciona si hay un mínimo interés! ¡Explícame eso!
-Bueno... es que el tío está macizo y...
-Y luego me acusan a mí de ser materialista...
-Está bien, "intrépido líder"... ¿qué hacemos ahora?
-¿Ahora? Salir de aquí pitando, está claro.
-¿Qué?
-¿Tengo que recordarte que estoy predestinado a morir contra Guerra? Bastante he tentado ya a la suerte...
-Eso es cierto -asintió Mel-. Y más que te estaba lanzando los tajos con la Espada Emponzoñadora.

Raoul miró fijamente a Mel.
-¿Empozoñadora? ¿Espada Empozoñadora?
-Sí. La que tiene el filo envenenado y si te hace un arañazo la palmas y...

Una gota de sudor cayó por la frente de Raoul.
-No me digas qué...
Raoul se dió la vuelta. No tenía uno. Tenía tres largos arañazos en la espalda.

Raoul cayó muerto al suelo.
-¡Raoul! ¡Raoul!
Mel y Zoe intentaron reanimarle mientras lloraban. Fue en vano.

Alba gritó:
-¡Tengo que intentarlo!
Una energía blanquecina tomó forma como una vaporosa presencia y viajó desde las manos de la niña hasta el pecho de Raoul.

Raoul se levantó poco a poco.
-¡Estás vivo! -gritó Mel mientras le abrazaba.
-Sí, y no soy un zombi... parece... -comentó Raoul.
-¡Eres genial, Alba! -clamó Fran mientras la abrazaba.
-Sólo una pregunta -dijo Raoul-. ¿Habéis sacado de mi cuerpo el veneno antes de revivirme?
-No...

Raoul cayó muerto al suelo.

Continuará

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