Me levanto de la cama aún con sueño, con los párpados pegados a los ojos y la cabeza en otro sitio, el cuerpo me pesa y es presa de un repentino frío. Inmediatamente las mantas tiran de mi cuerpo para aletargarlo de nuevo en sus cálidos brazos, para arrastrarlo bajo capas de paz y sosiego, para hacerme olvidar el tiempo pasado y el venidero. Como cantos de sirena me tentaba y me atraía, me arrastraba inconscientemente al dulce sopor de la más dulce muerte en vida. En ese estado de dulce modorra, entre la vigilia y el sueño, en ese fantástico mundo que no es real del todo pero que a la vez no es del todo cierto, empecé a rememorar el día de ayer. Hubiera querido quedarme en él, hubiera querido viajar en el tiempo y eso hice, retrocedí en mi recuerdo y volví a sentir que tu aún estabas, los ratos pasados, los ratos vividos, los ratos sentidos, tu presencia que lo llenaba todo, tu pelo, tu cuello, tu cara, tus ojos, tu risa, esa risa omnipresente que siempre conseguía transformar los malos momentos en buenos, los tropiezos en anécdotas, las rabietas en calma, las desgracias en gracias y en alegrías las penas. Apenas un rato en tu compañía basta para llenar un vacío, el mismo que dejas al marcharte, el mismo con el que ahora me encuentro, el vacío que deja un trozo de mi corazón al marcharse contigo. Hasta el día siguiente, me digo, hasta el día siguiente en que pueda volver a verte. Ahora si me levanto, me despierto, me alejo de la cama, hay que seguir adelante.
lunes, 13 de diciembre de 2010
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5 comentarios:
Me gusta este texto, hilvanado de nostalgia y de buenos momentos que se desean repetir. Lo que a todo ser humano le gusta que le digan, vaya.
Una sonrisa.
¿A que si? :)
En ocasiones, aunque la persona no esté físicamente ahí, sigue estando contigo... Besitos!!!
En ocasiones, aunque la persona no esté físicamente ahí, sigue estando contigo... Besitos!!!
¡Y por duplicado además! :)
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