Siendo obispo de Florencia micer Antonio de Orso, importante y sabio prelado, llegó a Florencia un gentilhombre catalán, llamado micer Diego de la Rath, mariscal del rey Roberto; el cual como era de aspecto muy apuesto y un cortejador empedernido, sucedió que entre otras señoras florentinas le gustó una que era muy hermosa, sobrina de un hermano de dicho obispo. Y habiendo oído que su marido, aunque fuese de buena familia era muy avaro y vicioso, acordó con él en darle quinientos florines de oro si le dejaba acostarse una noche con su esposa; por lo que, haciendo dorar monedas de plata de dos sueldos* que entonces se usaban, cuando se hubo acostado con la esposa, aunque fuese contra la voluntad de ella, se los dio. Y como esto luego se supo por todas partes, le quedaron al mal hombre el daño y las burlas; y el obispo, como era prudente, fingió no oír nada de ello.
Por lo que, estando a menudo juntos el obispo y el mariscal, sucedió que el día de San Juan, mientras cabalgaban uno junto al otro mirando a las señoras por la calle donde se corre el palio, el obispo vio a una jóven a quien esta pestilencia actual nos ha arrebatado siendo ya mayor**, cuyo nombre fue donña Nonna de los Pulci, prima de micer Alesso Rinucci a quien todas vosotras debíais conocer; la cual, como entonces era una jóven lozana y bella y ocurrente y de buen ánimo, que hacía poco tiempo que había tomado marido en Porta San Pietro, se la mostró al mariscal; y luego llegando junto a ella, poniéndole la mano en el hombro al mariscal dijo:
-Nonna, ¿qué te parece éste? ¿Crees que te podrías resistir a él?
A Nonna le pareció que aquellas palabras lesionaban bastante su honestidad o podían mancharla en la estima de quienes lo oyeron, que eran muchos; por lo que, no tratando de limpiar esa mancha sino de devolver golpe por golpe, respondió de inmediato:
-Micer, puede que él no se me resistiese a mi; pero yo querría moneda buena.
El mariscal y el obispo, cuando oyeron estas palabras, sintiéndose igualmente atacados, uno como autor de la bajeza hecha a la sobrina del hermano del obispo y el otro como víctima en la sobrina d esu propio hermano, sin mirarse se marcharon avergonzados y callados, sin decirle nada más por ese día. Así pues, habiendo sido mordida la jóven, no estuvo mal en ella morder a los demás burlándose.
*vamos, que le dio gato por liebre, aprovechándose de su mujer y además pagándole con monedas de mucho menos valor.
**estos hechos son narrados durante una época de grandes pestes.Decamerón - Giovanni Boccaccio
martes, 21 de diciembre de 2010
Doña Nonna de los Pulci ataja con una rápida respuesta las poco honestas chanzas del obispo de Florencia.
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2 comentarios:
En estos días a eso se lo llamaría un "zas, en toda la boca", ¿no? XD Besos!!
Si, algo así xd
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