Otra vez esa sensación de que me han apaleado va volviendo poco a poco, señal de que estoy despertando de mi letargo. Sigo débil, parece que envenenarme se les da muy bien, pero alimentarme no tanto. Sin embargo, desde hace un par de días al menos puedo incorporarme, pese a que aún no estoy listo para levantarme y andar. Me duele todo, ojalá hubiera muerto disecado.
-Ah, ya te has despertado.
No la había visto y sin embargo siempre estuvo ahí. Parece como si se integrara en el fondo, como si fuera parte de la jaima, parte del desierto mismo.
-No te sorprendas tanto, sé quien eres aunque no nos lo reveles. Y te confirmaré lo que ya sospechas: soy el espíritu del desierto, supe cuando entraste, lo que buscabas, lo que has sufrido, lo que te queda por sufrir.
-Si tu eres quien dices, devuélvemelo.
-No puedo hacerlo, y tu lo sabes. Deberás superar la prueba; no estabas listo, pero si permites que te ayudemos lo estarás.
-Estaba listo para morir.
-La prueba consiste en sobrevivir; la vida vale más que lo que has perdido.
-Pero sin lo que he perdido no puedo vivir.
-Lo haces continuamente.
-Pero vivir como vivo y no vivir es casi lo mismo.
-Piensas como un romántico. La vida, vivir, es lo que realmente tiene sentido. Desperdiciarla estupidamente no lo tiene. Y suicidarse como tu has intentado hacer... al menos has tenido las agallas suficientes como para intentar pasar la prueba.
-No tenía nada que perder, y sabía que tampoco iba a ganar.
-Y sin embargo has perdido y has sacrificado mucho incluso antes de entrar en mis dominios.
-Necesito recuperar lo que es mío. Y desde que pueda me marcharé de aquí para seguir buscándolo.
-Elogio esa determinación. Pero no será hoy.
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