Y a lo lejos parecía divisarse lo que andaba buscando. Medio arrastrándome consiguí subir y bajar muchas dunas antes de darme cuenta de que lo que veía no era real, de que era una alucinación. La falta de líquido pasaba una factura tal que mi cartera nunca podría tener efectivo suficiente como para pagarla. Me hallaba en la más absoluta desesperación, sientiendo como me iba a apagando, como las sensaciones cada vez eran más tenues y llegaban desde más lejos, desde un lugar donde el dolor y la conciencia parecían meros borrones. Por un momento quise dejarme caer suavemente en ese sitio que tan prometedor parecía, pero justo en ese instante el mundo dio un vuelco, el suelo sobre el que había caído hacía no se sabe cuanto tiempo ahora se movía, se alejaba, algo o alguien estaba dándome la vuelta. El sol me impactó de lleno en la cara solo un momento, antes de que un trozo de tela me envolviera y lo sumiera en la oscuridad.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
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