Doña Nonna de los Pulci ataja con una rápida respuesta las poco honestas chanzas del obispo de Florencia. ~ Pruébame blogger!

martes, 21 de diciembre de 2010

Doña Nonna de los Pulci ataja con una rápida respuesta las poco honestas chanzas del obispo de Florencia.

Siendo obispo de Florencia micer Antonio de Orso, importante y sabio prelado, llegó a Florencia un gentilhombre catalán, llamado micer Diego de la Rath, mariscal del rey Roberto; el cual como era de aspecto muy apuesto y un cortejador empedernido, sucedió que entre otras señoras florentinas le gustó una que era muy hermosa, sobrina de un hermano de dicho obispo. Y habiendo oído que su marido, aunque fuese de buena familia era muy avaro y vicioso, acordó con él en darle quinientos florines de oro si le dejaba acostarse una noche con su esposa; por lo que, haciendo dorar monedas de plata de dos sueldos* que entonces se usaban, cuando se hubo acostado con la esposa, aunque fuese contra la voluntad de ella, se los dio. Y como esto luego se supo por todas partes, le quedaron al mal hombre el daño y las burlas; y el obispo, como era prudente, fingió no oír nada de ello.
Por lo que, estando a menudo juntos el obispo y el mariscal, sucedió que el día de San Juan, mientras cabalgaban uno junto al otro mirando a las señoras por la calle donde se corre el palio, el obispo vio a una jóven a quien esta pestilencia actual nos ha arrebatado siendo ya mayor**, cuyo nombre fue donña Nonna de los Pulci, prima de micer Alesso Rinucci a quien todas vosotras debíais conocer; la cual, como entonces era una jóven lozana y bella y ocurrente y de buen ánimo, que hacía poco tiempo que había tomado marido en Porta San Pietro, se la mostró al mariscal; y luego llegando junto a ella, poniéndole la mano en el hombro al mariscal dijo:
-Nonna, ¿qué te parece éste? ¿Crees que te podrías resistir a él?
A Nonna le pareció que aquellas palabras lesionaban bastante su honestidad o podían mancharla en la estima de quienes lo oyeron, que eran muchos; por lo que, no tratando de limpiar esa mancha sino de devolver golpe por golpe, respondió de inmediato:
-Micer, puede que él no se me resistiese a mi; pero yo querría moneda buena.
El mariscal y el obispo, cuando oyeron estas palabras, sintiéndose igualmente atacados, uno como autor de la bajeza hecha a la sobrina del hermano del obispo y el otro como víctima en la sobrina d esu propio hermano, sin mirarse se marcharon avergonzados y callados, sin decirle nada más por ese día. Así pues, habiendo sido mordida la jóven, no estuvo mal en ella morder a los demás burlándose.

*vamos, que le dio gato por liebre, aprovechándose de su mujer y además pagándole con monedas de mucho menos valor.
**estos hechos son narrados durante una época de grandes pestes.


Decamerón - Giovanni Boccaccio

2 comentarios:

Vicky A. H. pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

En estos días a eso se lo llamaría un "zas, en toda la boca", ¿no? XD Besos!!

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Si, algo así xd

 

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