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En el camino solitario que la vida se empeña en hacernos atravesar hay claroscuros, hay sombras que vienen del pasado en forma de problemas, traumas, miedos e indecisiones, sombras que surgen en el presente, cada día y que hay que sortear y sombras que amenazan al futuro y nos hacen vivir con desazón y tristeza. Hay luces del pasado que se empeñan en iluminarnos el camino en forma de consejos, educación, valores y metas, hay luces que iluminan el presente cada día y que nos hacen seguir luchando y avanzando en foma de amor y amistad, hay luces futuras de aquellas cosas que deseamos vivir y compartir con quienes queremos. Ese camino, reservado y único para cada uno de nosotros, es largo, tortuoso y a veces traicionero. La vida nos enseña a dudar siempre del camino, de esperar lo peor, de aprender a fingir que lo conocemos y que sabemos transitarlo. Aprendemos que si no lo hacemos así otros vendrán y nos alejarán del camino con falsas promesas y manipulando nuestros sentimientos y nuestras creencias. Aprendemos a huír de aquellos que no quieren compartir un rato de camino con nosortos, que nos dividen, que no quieren orientarnos cuando nos perdemos sino aprovecharse de la situación. Aprendemos a dudar incluso de nosotros mismos y entonces terminamos perdiendo el norte y no sabemos ni a donde vamos ni lo que queremos. La cosa se complica cuando aparece gente en la que queremos o necesitamos confiar y que por una razón u otra no logramos hacerlo. A veces la razón está en nosotros mismos, a veces la razón está en esas otras personas. ¿Qué hacer entonces? ¿qué camino seguir? ¿a qué aferrarse? ¿dónde empieza el miedo irracional y donde acaba el escudo protector?. En el camino solitario que la vida se empeña en hacernos atravesar hay claroscuros. La vida se esfuerza en que fallemos y aprendamos de nuestros errores. Pero para eso hay que errar, y siempre cabe la posibilidad de que pese a todo no fallemos. ¿Por qué lado del camino preferimos andar? ¿por el claro o por el oscuro?.