¡Cuenta con mis 97 hachas! ~ Pruébame blogger!

sábado, 30 de marzo de 2013

¡Cuenta con mis 97 hachas!

Anubis suspiró profundamente. Las cosas se habían salido de madre.

El Dragón Azur Qing Long le miró con tristeza.
-Quizás no fue tan buena idea después de todo.
-Efectivamente, amigo mío. No lo fue.

El dios con cabeza negra de chacal observó nuevamente el estanque mágico que mostraba lo que ocurría en la tierra.
-Deberíamos quizás pedirle consejo a Ganesha. Su sabiduría es legendaria. O quizás a Ogmios, o...
-Me opongo. Lo último que quiero es involucrar a más panteones.

Después de todo... ¿cuántos había ya en danza? El panteón nórdico, el grecorromano, el maya, el egipcio...

Cuando los viejos dioses habían ido perdiendo su poder según perdían también más y más seguidores, los más apasionados urdieron cientos de planes para mantener su modo de vida intacto y no caer en el olvido. Hubo dioses que simplemente quisieron vivir como mortales eternamente. Otros, en cambio, tenían ideas mucho más maquiavélicas y destructivas.

Anubis, junto con unos pocos dioses sabios de otras mitologías, temieron que esas acciones egoístas iniciaran un desequilibrio cósmico hasta degenerar en entropía y, posteriormente, dar forma al mismo Caos.

Por ello, organizó un extraño juego aprovechando diversas figuras de poder: Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, los Doce Sabios, los Veinte Tarados de la Tarantela o los Cincuenta Indómitos Habitantes de las Estepas Murcianas.

Anubis, adoptando diversos disfraces, había contactado uno por uno con los diversos dioses rebeldes. Les había convencido para participar en ese juego, con cada dios tomando la forma de un avatar, e ignorando la participación de los demás. Si vencía, el dios se convertiría en el dios principal de todos los panteones.

La idea funcionó bien durante siglos. Los dioses se enfrentaban entre sí, olvidando a los humanos. Hubo dioses que tomaron forma de avatar, otros que se convirtieron en energía mágica que viajaba de huésped en huésped, otros que se reencarnaban continuamente, otros que se instalaron en el inconsciente de un mortal... pero, poco a poco, otros seres que no eran dioses y que no estaban influenciados por ellos, comenzaron a participar en el mismo juego: hechiceros, humanos de talento extraordinario, fanáticos religiosos o héroes cobraban cada vez más importancia. O, como ahora, lunáticos, estúpidos, borrachos o cyborgs...

Anubis se dio cuenta de que el juego se descontrolaba. Los dioses se hacían cada vez más conscientes de que habían sido engañados para desperdiciar su poder los unos contra otros en una carrera imposible de ganar. La repentina moda sobre el apocalipsis maya había dado nuevas energías a este panteón.

Equilibrio.

Esa era la meta de Anubis. Equilibrio. Los humanos debían ser libres para salvarse o condenarse por sí solos.

Su único apoyo era el Dragón Azur, pero incluso éste se encontraba desbordado por las circunstancias.

Para mantener el Equilibrio, Anubis había decidido participar también él en el juego. Y sus energías habían sido dadas a Alba. Ahora, el dios con cabeza de chacal temía que Hades o Hela se hicieran con el poder que había cedido a la chiquilla...

Miró nuevamente al estanque. Loki, Bacab y Atenea estaban a punto de pegarse... Y aún faltaba por llegar Ra-Amón...

Estaba claro que independientemente del dios que ganara el juego, después tendría unas palabras con él.

Anubis suspiró muy profundamente.

Continuará




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