Ambrosio, Alba y Francisco agarraron a Adrián y corrieron a ponerse a cubierto tras una mesa de roble macizo que servía de improvisada trinchera.
Al otro lado de la madera, Arturo había convertido su brazo derecho en un poderoso fusil de asalto y disparaba ráfaga tras ráfaga de balas explosivas contra Hambre, al tiempo que cantaba con un extraño sonido carente de expresividad y sentimiento "Paquito el Chocolatero"... Un raro efecto el conseguido con los "¡hey!" seguidos de sus correspondientes explosiones.
-¿Qué es eso? -preguntó llorando histérica Alba.
-¡No lo sé! -respondió Francisco- ¡Lo has traído tú!
-¡No me refiero a Arturo! ¡Me refiero al otro bicho!
-Creo que es el mendigo del parque... pero... realmente... ¡es un Nazgul!
-¿Qué? ¿Cómo...? ¿Y Laura? ¿Ha sobrevivido?
-¡No lo sé! ¡No la veo!
Hambre logró llegar hasta Arturo, lo alzó en volandas y lo lanzó contra el mueble de las porcelanas. Las cerámicas por valor de miles de euros se hicieron añicos. Arturo comenzó a incorporarse mientras decía:
-Bienvenidos a "Saber y Ganar"...
Y un rayo láser fue disparado desde sus ojos de cyborg hasta donde se encontraba Hambre... que consiguió esquivarlo.
Lástima que no pudiera decirse lo mismo del cuadro original del siglo XVII que fue incinerado al instante. Hambre contraatacó lanzando la televisión de plasma contra la cabeza de su enemigo.
Justo cuando el Jinete del Apocalipsis se preparaba para rematar a Arturo, una naginata estuvo a punto de rebanar su cuello.
Rebeca lanzó un grito de guerra y comenzó a descargar una soberbia serie de golpes contra Hambre... que no tuvieron demasiado efecto.
El Jinete del Apocalipsis utilizó la minicadena como improvisado garrote (de mini, más bien poco) y logró aturdir a Rebeca. Alzó sus garras y...
-¡BASTAAAAAAA! ¡HIJODELAGRANPUTITAAA! ¡BASTAYAAAA! ¡QUEMETASJODIENDOLACASACABRONAZOOOO!
Laurita estaba envuelta en un halo de energía chisporroteante y sus ojos brillaban rojos como el mismo fuego del infierno. Hambre quedó desconcertado. Y más aún cuando en las manos de Laurita se formó una gigantesca bola de energía que salió disparada contra Hambre, haciéndolo atravesar paredes y más paredes, hasta perderlo de vista...
-Volando. Volando. Siempre arriba -dijo Arturo.
En ese momento, Raoul entró de un salto en escena, enarbolando dos pistolas automáticas.
-¡He venido a rescataros! -gritó heroicamente.
Todo el mundo le miró con el ceño fruncido.
-Mi destino es llegar tarde-tarde -sonó la voz robótica de Arturo.
-Hala, a cagar... -bufó Raoul de malhumor.
Continuará
sábado, 5 de enero de 2013
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