Antecedentes: investigando el incendio de la casa de la mujer de rojo y carta desde la carcel de un detective desesperado.
En fin, aquí acaba otro capítulo más. En los próximos prometemos más acción, más intriga, más suspense... pues al detective le toca visitar al loro (iba a poner esa visita en esta parte del relato, pero se alargó un poco). ¿Se despejará alguna de las incógnitas que nos vienen mortificando cruelmente? ¿Sabremos quién es en realidad N. Simone? ¿qué ha sido de la mujer de rojo? ¿qué traman el hombre trajeado? ¿qué pinta el loro en todo esto? ¿cómo llevará a cabo su venganza la becaria? y por último y no menos importante... ¿qué esconde el oscuro pasado del detective?.
¿Por dónde empezar? ¿qué hacer? la mente del detective intentaba terminar de aclararse, mientras la profesionalidad de su persona iba abriéndose paso poco a poco entre su sueño etílico. Tenía que ordenar su mente, pensar con lucidez. No podía desechar ninguna pista ni ningún sospechoso; sabía que no se podía permitir seguir pistas falsas, pero también tenía que reconocer que ahora mismo no tenía nada sólido que seguir. Y en cuanto a los sospechosos... ¿tenía motivos la propia mujer de rojo? ¿qué pintaba la fotógrafa de las gafas oscuras? peor aún... ¿por qué le resultaba tan familiar y por qué escribía lo que escribía en el periódico? ¿quién era y qué intereses tenía el hombre trajeado?. Y lo peor de todo, la duda también le corroía desde dentro pues podía ser él mismo, ébrio sin control ni esperanza, el que prendiera el fuego.
Rápidamente deseché todo lo que estaba pensando. No tenía nada sólido y hacer conjeturas sobre el vacío no servía para nada. Como desconocía quién era el hombre del traje y no se vio con valor y moral suficientes como para buscar y hablar con la mujer de rojo, y sabía que ir a la casa quemada solo le iba a traer problemas y debía ser el último sitio en visitar, opté por lo más fácil y me encaminé hacia la redacción del periódico. Pensé en hacer el trayecto a pie, como solía cuando tenía algún caso, pero al contrario que otras veces, esta vez no quería pensar, no necesitaba darle más vueltas al asunto, y el trecho a pie era bastante largo. Decidí tomar un taxi. En la parada solo había una chica que tenía pinta de ser bastante maja. Debía ser periodista; mi instinto de detective nunca fallaba para esas cosas. Bueno, ni mi instinto ni el cuaderno para tomar notas, el bolígrafo mordisqueado, la cámara réflex y el estuche con los teleobjetivos.
Al punto la reconocí como una de las que estaban sacando fotos cuando me detuvieron y empecé a hablar con ella para intentar sonsacar algo. En realidad estaba esperando a un amigo redactor de la agencia que tenía que pasar por allí. Se la veía irritada y de bastante mal humor porque llegaba tarde con el material fotográfico que traía y la redactora jefa era muy irascible; no quería echar a perder su oportunidad para tener la primera portada de su vida. Entre su estado de ánimo, la reserva natural inherente a los periodistas y que en ese momento llegó el coche de su amigo, no me dio tiempo de profundizar en mis inquisisiones. Para sorpresa de la chica y regocijo mío, que podría acosarla (con preguntas) un rato más, el coche estaba lleno... por una sola persona. Por lo visto era la embajadora de Chiquitistán, una rubia con una masa imponente que vestía una camisa de flores bastante cutre (y algunos encajes que tampoco terminaban de arreglar las cosas). Tras excusarse por ser una persona eminente e importante, el amigo se fue con el coche, dejandola tirada. Sin embargo, cuando iba a preguntarle sobre su reportaje de portada, llegó un taxi, que la chica tomó brusca y repentinamente y se fueron a toda mecha; ¡me llebavan todos los diablos! debí haberle dicho a la periodista que también iba para la redacción. Pero la suerte me sonreía, ahí venía otro taxi... o no. Estaba lleno. Personajes famosos, para más inri. Bastante pasta debían ganar estifen quinj, estanli cuvric y vov dilan como para ir en jet privado, barco de recreo o limusina, como para encima quitarle el taxi a alguien que realmente lo necesitaba. Y además, al contrario de la fama que arrastraban, tenían unas caras de ignorantes que no podían con ellas. ¡Ja! ¡falta de ignorancia! pensé para mi mismo con una mueca en rostro. En fin, me serené caminando hasta la parada del autobús, que estaba apunto de pasar.
Mi viaje en el autobús fue bastante malo. Estaban todos los sitios ocupados y el resto lleno de gente de pie y resultaba bastante incómodo viajar. Como pude me acerqué a un pequeño hueco que había cerca de una de las ventanillas que daban al exterior. Ver el paisaje me distraía. Cual fue mi sorpresa cuando por un instante fugaz la vi. No estaba realmente seguro y mis movimientos para poder seguir la estela de su coche resultaron entorpecidos por la gente, con lo que me gané algún codazo y malas miradas por parte del pasaje que tenía a mi alrededor. Juraría que era la fotógrafa de las gafas negras, escapándose de la redacción del periodico o de algún callejón de los que habían por cerca. Una duda cada vez más sólida me asaltaba cada vez que recordaba los rasgos físicos de esa mujer, y eso no me dejaba pensar adecuadamente; una descarga recorrió mi espalda como un escalofrío cuando la imaginé cubierta de sudor moviéndose siguiendo el ritmo de una pasión compartida. No entiendo por qué ese pensamiento acudió en ese preciso instante. Solo sé que de alguna manera ese cuerpo fino y atlético ya lo había sentido con anterioridad. Y siempre asociado al color negro. Pelo negro, gafas negras, ojos negros, pezones oscuros, casi negros, bragas negras. ¿Por qué? era otro misterio que tenía que resolver.
Al llegar lo primero que hice fue preguntar por ella, incluso adentrándome por la redacción. Como suponía, se acababa de ir. Desesperado, buscaba con la mirada algo, cualquier cosa que me pudiera servir. Y entonces la vi a ella, caminando con prisas hacia la máquina del café. Debía ser una becaria con aspiraciones; lo de conseguir la portada se ve que era realmente importante para ella, pues por lo que se veía iba a llevarle el artículo junto al café a la redactora jefa (y si mi instinto no me engañaba, había puesto algún compuesto relajante o sedante mientras la máquina rellenaba el vaso de plástico con el líquido).
Me acerqué a ella poco a poco y cautelosamente, sin llamar la atención de ella ni de los demás. La máquina estaba en un rincón apartado, cerca de la puerta del despacho del director, y allí podría interrogarla sin demasiado jaleo. La puerta del despacho estaba cerrada, y dentro estaban de risas y fiestas, así que como por fuera no había mucha gente pensé que mejor oportunidad no iba a tener en la vida. En un descuido de ella le robé el café de la máquina. Ella se volvió sorprendida y con la cara asustada, momento en el que aproveché para mirarla sériamente a la cara y pegarla a la máquina con uno de mis brazos.
- Oye, no quiero hacerte daño, no te asustes. ¡Tranquila!, no pienso robarte el café, solo quiero hacerte unas preguntas.- La chica forcejeaba más de lo que yo esperaba, por lo que tuve que aplicarme para sujetarla sin derramarme el café encima.
- ¡Guarro machista! ¡qué te has creído! ¡me sigues desde la parada! ¿¡te pensabas que no me había dado cuenta de cómo me mirabas las tetas!?
- ¡eh! tranquila, ¡no voy por ahí!. Solo quiero hacerte algunas preguntas, nada más...
- Tengo asuntos urgentes que terminar, así que déjame marchar o empezaré a gritar.
En ese momento me acordé que no podía meter la pata, al fin y al cabo estaba fuera de la carcel por un favor personal. Así que decidí jugarme el todo por el todo para intentar hacer que cooperara de la manera más silenciosa posible; coaccionandola, por supuesto.
-Mira niña, tengo una taza de café y no dudaré en usarla; si no te tranquilizas y hablas sosegadamente conmigo (serán solo cinco minutos, nada más) no dudaré en manchar esa carpeta que tanto proteges. Ahora no opongas resistencia, que no te voy a hacer nada, y dime: ¿quién es la fotógrafa de las gafas oscuras? ¡te he visto fotografiándome con ella y escribe artículos para este periodico!.
Ante mi generosa oferta de paz (y la cara de perro con la que estaba haciéndola cooperar y que tan efectiva me resultaba), la pobre se derrumbó. Quizá había leído alguno de los artículos difamatorios que había firmado la otra y ahora se estaba dando cuenta de con quien estaba tratando en realidad, con lo que seguramente llegó a la conclusión de que era mejor seguirme el juego... ¿quién iba a pensar que un poco de mala fama podía resultar tan útil en algunos momentos?
-Vale, está bien... no me hará daño ¿no?... bueno yo... ella... ella en realidad no trabaja aquí.
-¿Cómo?- dije estupefacto.
-Pues que no trabaja aquí, es una freelance. Llegó hace unos meses, y como traía artículos buenos que vendían mucho decidieron pagarle por ellos, eso es todo lo que sé de ella. Apenas habla con el resto, solo con la redactora jefe y con el director.
-¿Y cómo se llama? ¿dónde vive? ¿por qué la tiene cogida conmigo?- dije mientras la sacudía.
-No lo sé- dijo casi sollozando -solo sé que llega cuando quiere en su coche, y se vá con las mismas. ¡Hoy ni siquiera ha entrado a la redacción! ¡la redactora me ha dado todo el trabajo que tenía que hacer ella a mi!.- aquí rozaba la histeria, con lo que aflojé la presa e intenté calmarla para que pudiera seguir- Los artículos que escribe son casi todos de usted, escribe con mucha acritud, como si le hubiese hecho un daño irreparable (no me extraña, con lo bruto que es el peazo animal de bellota machista este), lo sé por que tengo que corregírselos y maquetarlos. Los firma bajo el pseudónimo N. Simone, pero dudo que ninguno sea su nombre real. ¡Eh! ¿!me puedes soltar ya!?
Llegados a este punto, en mi cara se había dibujado una expresión de incredulidad y de aprehensión... ¡mi mujer se apellidaba Simone!... Elisa Simone. Mi mente se había quedado en blanco; necesitaba hacerle más preguntas, reaccionar, hacer algo, cualquier cosa. Sin embargo lo que pasó fue que de repente y con fuerza se abrió la puerta del despacho de dirección, que me golpeó. A partir de ahí todo pasó como a cámara lenta. El vaso de café, aún bastante caliente, salió despedido inevitablemente hacia la becaria. Esta observó cada vez más aterrorizada como el líquido marrón rompía como una ola contra un acantilado, desparramándose por toda la superficie del trabajo que le había llevado toda la mañana y que podía constituir un pasaporte a un contrato y una vida de verdad. Le salió un grito desesperado de la garganta, a medias por el dolor físico de las quemaduras y por el dolor psicológico de llegar a la conclusión de que irremediablemente sería una becaria pringada el resto de su vida. Se sintió desfallecer y mientras caía al suelo observó salir a una muy amplia silueta que salía del despacho del director. Tenía el pelo rubio y un traje de flores (bastante cutres, y con unos encajes horrorosos). Medio mareada, se trató de incorporar. Las cosas seguían sucediendo a cámara lenta. La redactora jefe, atraida por los gritos -que seguramente la hicieron salir de su despacho, donde como siempre estaría jugando al corazones o al tetris-, chillaba al detective macarra, el director se excusaba... con la rubia tonta y la señora de la limpieza intentaba borrar las manchas de café que parecía que habían volado hacia los lugares más recónditos de la redacción. Cuando consiguió levantarse, ya habían conseguido echar al detective. Vacilante llegó a la mesa donde reposaba su portada. Mirándola con buenos ojos, no se había estropeado demasiado. La balleta absorvente que le había pasado por encima la señora de la limpieza había hecho que la tinta y el café se corrieran en todas las direcciones. Desanimada, sacó fuerzas de flaqueza y se atrevió a hablarle a la jefa.
-Yo... estooo... estaré trabajando hasta por la noche para tener la portada a punto para la imprenta. No se preocupe, lo tendrá listo jejeje, al fin y al cabo, lo más difícil era hacerla, ahora solo es repetir el trabajo jejeje....
-¿PORTADA? ¿QUÉ PORTADA?
Uno piensa que una cara de desesperación no puede empeorar, pero el cuerpo humano no tiene límites. Y la cara desencajada de la pobre becaria ciertamente lo hizo.
-pupupues la portada en la que llevo trabajando toda la mañana y el artículo de opinión al que llevo toda la semana dando vueltas, el trabajo del señor Martinez, que me tocó a mi por estar él de baja...
-¡PERO SI ESO LO CAMBIAMOS HACE TRES DÍAS! ¡LA PORTADA ES PARA LA EMBAJADORA DE CHIQUITISTAN, QUE VA A DONAR ALGUNOS DE SUS MILLONES PARA LA FUNDACIÓN "SALVAR LAS PIELES DE LAS FOCAS"! ¿¡COMO ES POSIBLE QUE HAYAS ESTADO TIRANDO TU TIEMPO EN TONTERÍAS!? ¡SEGURO QUE NI HAS MIRADO LA CARPETA CON LAS COSAS QUE TENÍAS QUE HABER TENIDO PARA AYER QUE TE DEJÉ ENCIMA DE LA MESA!
-¿cosas... cosas para ayer? ¡en mi mesa no había ninguna carpeta!
El resto que recordó la becaria de aquella tarde fue cómo el mundo se volvió negro y el sonido se volvió cada vez más tenue hasta desaparecer. Lo siguiente fue a una redactora con muy mala leche pero con una amplia cara de satisfacción y felicidad, disfrutando del momento de darle tortas a una subordinada de manera prácticamente legal para despertarla. Desde ese momento, juró que su vida tendría que cambiar fuera como fuera. Algún día el detective, la redactora jefe y la rubia tonta se iban a enterar de lo que valía un peine. Y no uno de un todo a cien precisamente.
Continua en Amigos, enemigos, confidentes, aliados...
En fin, aquí acaba otro capítulo más. En los próximos prometemos más acción, más intriga, más suspense... pues al detective le toca visitar al loro (iba a poner esa visita en esta parte del relato, pero se alargó un poco). ¿Se despejará alguna de las incógnitas que nos vienen mortificando cruelmente? ¿Sabremos quién es en realidad N. Simone? ¿qué ha sido de la mujer de rojo? ¿qué traman el hombre trajeado? ¿qué pinta el loro en todo esto? ¿cómo llevará a cabo su venganza la becaria? y por último y no menos importante... ¿qué esconde el oscuro pasado del detective?.
13 comentarios:
Hummmm, qué bueno! Me has dejado a medias! jajaja. Quiero seguir leyendooooo!!!!! Esto no se hace! Malvado!!!
¡Pero es que la cosa se alargaba mucho!. No podía meterlo todo a la vez.
uf uf uf qué susto, qué susto me he dado. ¿Por qué me suenan tanto algunos nombres? je je
mr blogger, si presentas el guión en la tele casi seguro que lo vendes. No lo dudes. je je
Bss
Jo, macho, qué follón hay aquí montado. Vas a tener que poner un índice de personajes, como Agatha Christie. A ver cuando sale el mayordomo, que se hace de rogar.
Un abrazo.
Si,lo que ponen normalmente en la tele es tan malo que a lo mejor tengo alguna posibilidad y todo :P
De todas maneras, lo de los personajes es más o menos controlabe. Salvo algunos, todos son referencias o deformaciones a gente o personajes afines al blog de Mamen (que es lo que se quemó), y estoy incorporando a la gente que pasa más o menos habitualmente por el mío también.
Sobre lo del mayordomo... ejem... en el asesinato en el orient express no había mayordomo... :D. Eso si, poirot no era tan descarado y si mucho más sutil y perspicaz.
Por cierto, me alegro que todos tengan la mente limpia. Veo que no son asíduos al blog de jotacé (jotacedt.blogspot.com), perversor de mentes inocentes...
yo quién soy? la rubia pechugona con el traje hortera?
Personalmente el personaje que más me gusta es el loro, así que espero impaciente la proxima entrega.
qué tendrá el loro ese, que a todos vuelve locos :D
Pues a ti aún no te he puesto, pero es que no tengo ni idea de como ponerte. No sé que hacer contigo la verdad. No se me ocurre qué tipo de personaje serías, qué profesión, en qué parte de la trama... a ver si alguien me da pistas o algo.
si quieres una sugerencia, yo podría ser el heroe de la historia, el que mata a todos los malos, se come al loro y al final se queda con la chica. xDD
Jo, yo pensaba que con eso de "es el personaje que más me gusta" te referías a otra cosa, no a comértelo, pero bueno. Me da que aún no conoces lo suficiente a Puto Bocazas. Según sus propias palabras textuales: "no muerdas nada que no puedas tragar" :D
Puta embajadora... esta me la paga. Y tú también, que no veas la pifia que me has hecho con el café. Aunque tampoco importó mucho que se estropeara la portada :(
No le importó a la jefa, que tenía otros planes. Días de trabajo tirados a la basura creo que frustran bastante...
Yo al bocazas me lo como con patatas, al horno tiene que estar riquísimo mmmmm.
Si quieres mr blogger te invito a comer.
No sé que pensará troglo de todo eso... pero me estás dando unas ideas estupendas que podrían quedar bien en próximos capítulos...
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