Carta desde la carcel de un detective desesperado ~ Pruébame blogger!

lunes, 24 de marzo de 2008

Carta desde la carcel de un detective desesperado

Antes que nada, quizá te interese saber qué me pasó antes de encontrarme hoy entre rejas. O qué me motivó a hacer lo que ahora es visto como motivo cierto de mi encarcelamiento. Quizá deberías saberlo para poder juzgar mejor mis motivos. Quizá así entiendas lo desesperado que me siento aquí dentro sin poder hacer nada, sabiendo lo que sé, sin poder impedir lo que intuyo que puede pasar, sin poder fiarme de nadie más que de ti. Por que sé que pese a todo tienes palabra y la mantendrás a toda costa.

Al principio no tenía un sospechoso claro. Le debía mucho a la mujer de rojo; me había sacado más de una vez de mis más negras tribulaciones y pesadillas; me había dado donde dormir cuando mi situación era tal que ignoraba la lluvia y mi situación personal, cuando me daban igual las incomodidades de la calle porque quería olvidar el calor y la comodidad de mi propia cama. Ella fue mis ojos cuando, ciego de alcohol, no quería ver otra realidad que la que la negra parca quisiera tejerme. Ella fue la que me enseñó que el destino se lo marcaban las personas en cada acción que realizaban.

Intentaba recordar si todo aquello fue antes de que me dejara Elisa o después. Creo que todo fue a la par. Mientras la mujer de rojo me salvaba de mi mismo, me condenaba a la soledad. Cuando por fin salía del hondo precipicio de mi propio desprecio, Elisa no pudo o no quiso aguantarme más y se despidió de mi para siempre. Lo único que me queda de ella es una carta que dejó cuando llegué a casa. Se fue en aquel tren que se hundió en las aguas cuando el puente se derrumbó. Aquello fue lo que hizo que terminara de precipitarme al abismo. Y a la postre fue lo que hizo alejarme de todas las mujeres. No podía soportar lo que había hecho con Elisa, no podía soportarme a mi mismo y terminé cayendo de nuevo en las garras del alcohol. Quizá todos estos detalles sean superfluos para el caso. Quizá lo sean para ti. No te pido que me comprendas ni que me tengas compasión. Solo te pido que entiendas porqué actuaba como lo hacía. Ahora con la forzada abstinencia de mi encierro en la carcel lo veo claro, cómo yo fui el propio autor de mi nefasto destino.

Y por todo esto, incluso pensé que podía haber sido yo el que prendiera fuego a la casa de la mujer de rojo. Al fin y al cabo, soy un detective. no podía desechar esa posibilidad. Había tenido problemas con ella, y si no conscientemente, si bajo los efectos del alcohol podía haber cometido semejante aberración. En el fondo, la culpaba por haber creado aquellos celos tan tremendos que sufría mi Elisa al acogerme en su casa. No obstante, nunca tuvo por mi parte ninguna causa real para tenerlos. Ella siempre fue la única mujer en mi mente. Además, la mujer de rojo vivía con su marido y a las personas que recogía las alojaba en el desván del edificio de al lado, ni siquiera en la misma casa. Habrían corrido muchos rumores si lo hubiera permitido. Recuerdo verla destrozada aquel lastimoso día en el que se realizó la ceremonia en el que se horaron las víctimas del accidente. Recuerdo que me destrozó más verla en ese estado que mi propia desgracia. Nunca se encontraron los cadáveres, arrastrados por la fuerte corriente de los rápidos de aquellas aguas heladas. Solo girones de ropa en las afiladas piedras. Su marido fue otro de los que murieron. Iba de viaje de negocios; pensaba traer a la ciudad una remesa de aquellas nuevas cámaras digitales de las que tanto se hablaba. Pensaba que se venderían bien, al menos entre los periodicos locales y algunos de los nuevos ricos que se habían afincado por allí.

Nunca se supo como los maderos de aquel puente tan sólido terminaron cediendo. Nunca investigué el caso. Por una parte estaba destrozado por la muerte de mi mujer, aunque me hubiera dejado en el peor momento de mi vida. Por otra parte, nadie estaba interesado en que un detective husmeara por ahí, ni siquiera ninguno de los afectados. Parecían aceptar las tesis de la policía, que decían que algunas de las uniones se habían deteriorado con el paso del tiempo. Yo tampoco quise dudar de la versión oficial, pero sin estar muy seguro del por qué, tampoco lo tenía tan claro. Después de la muerte de su marido, la mujer de rojo siguió un tiempo con su labor caritativa, pero empezaron a surgir los rumores, y luego el problema que tuvo con aquel tipejo. Tras aquello lo dejó y se retiró a la soledad de su casa, saliendo solo para lo imprescindible. Ahora estaba sola, y una pequeña fortuna que habían conseguido reunir en todos aquellos años junto con su casa era todo lo que tenía.

Ya estoy desvariando otra vez. La soledad de la carcel es lo que tiene, que hacen a uno hablar sobre cosas intrascendentales en lugar de centrarse en el meollo del asunto. En fin, el caso es que empecé a investigar. Necesitaba pistas, necesitaba información. No podía acercarme al lugar del crimen porque me descubrirían; no pensaba hacerle eso a mi amigo el juez, al menos no por el momento, aunque sabía que tarde o temprano tendría que pasar por allí. Me dirigí directamtente a la redacción del periódico. Esperaba encontrar a algunos de los reporteros que vi cuando me detuvieron, y con suerte a la mujer de las gafas negras. Tenía algo intrigante que me fascinaba, había algo que me hacía recordar a Elisa en su figura esbelta y estilizada, en los rasgos de su hermosa cara, en alguno de sus gestos. Si hubiesemos teñido de negro y alisado el pelo a Elisa... no, no podía ser. Deseché esos pensamientos de mi cabeza mientras preguntaba nervioso por ella a una secretaria. Aquel no era mi día, aquella mujer no sabía o no quería decirme donde encontrarla. Sin embargo, encontré a otra de las fotógrafas de ese día. Era una chica jóven, quizá estaba haciendo prácticas en la redacción; de hecho, ahora estaba llevándole un café a la jefa (que menuda mala leche se gastaba, por cierto). La tomé y la llevé a un lado y empecé a preguntarle. Mis rudos métodos de detective hicieron mella en su candidez y mi miedo le sacó parte de lo que necesitaba. Por lo visto, aquella mujer hacía seis meses que había entrado a trabajar en el periódico (¡justo poer el tiempo en el que cayó el tren al vacío!), y las fotos que tenía que hacer de mi las tenía que cubrir ella, no la mujer de las gafas de sol que parecía que había ido por su cuenta. La chica me contó que no entendía qué tenía esa mujer conmigo, parecía obsesionada por los artículos que escribía sobre mi (y que a la pobre le tocaba corregir y maquetar antes de publicarlos). Desgraciadamente, no sabía donde vivía ni por qué causa ese día no había ido a trabajar; necesitaba hacerle más preguntas, pero la jefa llegó y me echó de la redacción de muy malos modos, así que me quedé sin más resputestas. Dudé entre quedarme a esperar a que salieran del trabajo para poder seguir interrogándola o intentar averiguar algo sobre el tipo del loro. Como era aún temprano, me decidí por lo segundo, pensando que seguramente me daría tiempo para volver.

Como bien sabes, gracias a alguno de mis contactos me enteré donde se escondía ese tío. Y también sabes el contenido de esa tensa reunión. Sabes todo lo que pasó porque estabas allí espiando. Me habías seguido. Sabías cada uno de mis movimientos, sabías que cosas iba a hacer. Sabías que sospecharía que mi mujer podía haberse salvado del accidente de tren, incluso que ella fuera la causante. Sabías que sospechaba quién se escondía detrás de aquellas gafas. Sabías que iría a ver que efectivamente, y tras tantos meses, aún se notaban cláramente las marcas de sierra en los gruesos pilares del puente. Sabías también que mi instinto me decía que alguien relacionado con la policía tenía algo que ver con el asunto. Sabías cómo hacer que me detuvieran en el momento oportuno y con qué razones, lo suficientemente graves como para que el juez no tuveria ni la más mínima duda antes de castigarme duramente. Pero cometiste un error al perderme de vista cuando creías que lo tenías todo ganado. Y ahora sé donde te escondes.

Lo que no sabes es que yo tengo una prueba para incriminarte. Si, sé que tu tienes mucho que ver en todo esto, si no eres el culpable de todo. Y si no quieres que se publique lo que ya tu sabes en las portadas de los periódicos tendrás que sacarme de aquí. Aún tienes muchas garantías, y sabes que aún fuera de estos barrotes no puedo hacerte daño; sin embargo, la prensa es poderosa. por muchas influencias que tengas tú en uno o dos de los periódicos de la ciudad, yo puedo hacer salir ciertas cosas en los más importantes del país. Ya he puesto en marcha el asunto. La carcel me impide salir a mi, pero no impide entrar a mis amigos...


El detective miró los pliegos con algo de duda. Sabía que era la única manera de poder salir de allí. Tenía que jugarse el todo por el todo, no tenía otra alternativa si quería salvarla. Los metió decidido dentro del sobre. Aquello tenía que funcionar. Debía funcionar. Solo esperaba que el correo urgente no sufriera ningún percance. Ya solo le faltaba poner el remitente y rezar para que su contacto con el exterior no lo delatase. Con la letra lo más clara y elegante posible escribió la dirección: Sr. Puto Bocazas, La Torrija Jazz street nº69, Las Vegas.




PD: En el próximo haré un flashback para contar lo que no se cuenta aquí, y meteré los párrafos de Esther, entre otras cosas que hay por ahí y algunas otras que se me han ido ocurriendo. Como siempre, espero críticas, consejos, ideas, lo que sea.

27 comentarios:

estanli cuvric pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

El taconeo de una mujer de rojo siempre precede al desastre, amigo.

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

No lo sabes tu bien amigo, no lo sabes tu bien...

Anónimo pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Has mordido más de lo que puedes tragar, amiguete.

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

XDXDXD

amenazas, amenazas :P

Lienzo tierra pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

UHHH esto tiene mucho que leer!!! Luego en casa si puedo tranquilamente, hoy voy como una moto, lo siento!! ;-)

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Jejeje, no te preocupesñ. Tú al trabajo, que los líos del detective chungo la mujer de rojo y sus misterios y todo eso no te van a dar de comer ni pagar las facturas ni nada de eso.

Lienzo tierra pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Uff el loro, para mí que tiene algo que ver en todo esto...;-)

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Seguro. El loro es una de las piezas fundamentales del puzzle... pero creo que hay más, y que el loro no es el malo que se esconde entre las sombras. Es solo otro en el gran entramado de intereses... al final se descubre que es el padre del detective, que no lo conoció porque lo abandonó en su infancia, y que quiere alejarlo de la nefasta influencia de la mujer de rojo usando cualquier medio a su alcance :D

Lienzo tierra pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Hale, ya has descubierto el final. Muy mal!! jajaja.
Joe sí que tratas mal a la mujer de rojo, le matas al marido...nefasta influencia...no sé qué va a pensar de tí.

Esther pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

¿Estás seguro que ha sido el padre del detective? No nos estás dando una falsa pista? Cómo lo has descubierto? Esa mujer de rojo está siendo tu perdición. Cuidado con ella, ya sabes, es peligrosa.

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Mira, ya son dos que piensan que la mujer de rojo es mala influencia :D. Lo del loro era una prueba... por lo visto a la audiencia no le extrañado demasiado que sea el padre del detective :P

La verdad es que voy improvisando sobre la marcha; aún no sé como rellenar el hueco que dejé ni cual será el final de todo esto, aunque debería irlo pensando, que después las cosas no encajan como deberían y quedan huecos en la trama y esas cosas.

Este trozo lo hice para que fuera sorprendente. Eso de que empiece directamente en la cárcel y todo el rollo.La carta no parece que se la escribe a quien se la escribe. Pero creo que me pasé con el texto. Ahora leyéndolo con más calma, creo que la mitad sobra, al menos en este capítulo.

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Por cierto, ¡me alegro de leerte de nuevo por aquí Esther!

Anónimo pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Pobre mujer de rojo, qué gusto os da despellejarla, malvados.

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

¿despellejarla? no se me había ocurrido :D

Esther pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Lo que está claro es que la mujer de rojo no ha sido.

Pero no encaja que haya sido el padre del detective. Suena raro un personaje que no ha salido hasta ahora.

La historia se va complicando, mr blogger, vas a tener que pensar duramente. El trabajo de escritor no es fácil. je je

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Releyendo todo esto, creo que hay un punto que no expliqué del todo bien: me refería a que el loro es el padre del detective :P. La verdad es que tal y como lo expliqué no se entiende muy bien. Con razón nadie se había sublebado sobre esto jejejeje, así que la figura del padre si salió, pero no se sabía quién era... es una chorrada que se me ocurrió para sembrar un poco de polémica, pero creo que en lugar de eso lo que hice fue liar más a la gente :D

Drenas pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

El detective esta muerto, la mujer de las gafas de sol es su esposa fallecida en el accidente de tren que no hace más que darle por culo como buena esposa. La mujer de rojo no es más que el demonio que intenta atraer al pobre detective a su casa en llamas(infierno), de ahí de su afición de acoger vagabundos y gente de mal vivir. Lo de que el loro sea su padre no es más que un sintoma evidente de los problemas mentales por los que está pasando su autor. Aunque también puede representar al Padre (Dios) que quiere que el detective se arrepienta de sus pecados, normalmente se representa con una paloma, pero bueno, no hay tanta diferencia entre un loro y una paloma.

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Curiosa vulta de tuerca... eso de añadirle simbolismos a las cosas puede darle un poco más de chicha a la cosa.

No sé que pensarán de todo esto Mamen, Esther... bueno, mejor no intentar averiguar qué piensa Troglo; no sé qué es peor, que puto bocazas sea el padre del detective o el padrenuestroquestasenloscielos...

Quizá Drenas necesite pasar por los blogs de los otros implicados :P

Esther pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Qué el loro es el padre del detective??????? ja ja ja jaaaaaaaa ja ja ja Te has pasado!!!!!!!

Pon un poco de orden. Esto es rocambolesco 100%.

je je Saludos!

Drenas pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

como decían los publicistas de Adidas, imposible is nothing amig@ ecidonchajazz

Lienzo tierra pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Y luego quiere que escribamos nosotros el resto del relato, jaja. Esto es como la serie "Perdidos", que ni los mismos guionistas saben por dónde continuar del lío que han montado.
Osea que ahora la mujer de rojo es el Diablo, qué majicos sois todos.

Anónimo pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Madre mía. Me abstengo de comentar durante un tiempo para no poner absurdeces (creo que me acabo de inventar una palabra) y me encuentro que el loro del señor del chándal del carrefur es el padre del detective.

Espero impaciente la siguiente entrega, que quiero saber que pasa. Pero, antes de irme, te daré un dato: el día del juicio llegué tarde porque tenía la dirección apuntada en la agenda, que alguien me robó esa misma mañana.

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

¿Pero esa agenda no se la habían comido? hasta yo me estoy perdiendo un poco...

Y no se preocupen por las "absurdeces"; cosas más raras se han visto. Si no sirven para la trama, seguro que al menos inspiran alguna otra cosa, que uno anda falto de ideas :D

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Mamen, perdona a Drenas, que no sabe lo que hace :D.

Esther, el orden y el caos tienen cabida en todos lados, y más en un relato. Eso si, el caos es más fácil de poner que el orden, y luego todo queda descompensado.

Anónimo pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

No, la agenda no se la ha comido nadie. En un sueño un poco lamentable me amenazaron con hacerlo pero la cosa no pasó a mayores. Y ya que me has recordado el sueño aquel, he tenido otro incidente con la rubia tonta pero como mi blog no va de ella (bastante tengo con ser becaria en paro) pues el mundo se quedará sin saberlo.

Anónimo pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

1 menos!!! poco a poco voy avanzando.
Jaja.

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Desde mi punto de vista personal, este es el mejor capítulo de la serie de los hechos 100% por mi (me los tuve que releer todos, así que sé de lo que hablo).

 

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