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Hacía frío. Como siempre en aquellas calles por la noche. Sus pasos firmes y medidos recorrían los conocidos rincones de la ciudad como habían hecho desde hacía décadas. Las finas suelas de sus botas, desgastadas por el uso, hacían que los pies tuvieran un contacto íntimo y directo con los adoquines del suelo. Era capaz de saber en qué parte de la ciudad estaba solo sintiéndola con sus pies. Era dura la labor del policía, sobre todo si pertenecías a la guardia nocturna, sobre todo en una cuidad como aquella. Vimes lo sabía muy bien, sabía que lo mejor era fundirse en la oscuridad de un portal y esperar a que las sombras negras que habitaban las sombras de aquellas oscuras calles de las sombras siguieran su camino y buscaran otra víctima más y le permitieran a él sobrevivir otro día. Nunca fue un héroe, sólo hacía su trabajo, y parte de su trabajo era estar ahí a la noche siguiente. Ya se encargarían otros salvo que el crimen fuera inusual; el sistema de gremios era muy estricto y no se permitían intrusismos. Si lo realizaban los miembros del gremio estaba bien y no había que preocuparse, salvo que se pasaran o metieran las narices donde no les llamaban. Si no lo eran, ya se encargaba la gente del gremio en ajustar cuentas. Vimes sonrió no sin amargura al pensar cómo un sistema como ese podía funcionar. Y de hecho funcionaba y muy bien. Que se lo digan al patricio. Le hubiera gustado decirle unas cuantas cosas al patricio... sin embargo era muy consciente de que al patricio no le decías sino lo que él quisiera que le dijeras y cuando él quisiera. Era una auténtica comadreja y listo, quizá el hombre más listo que hubiera conocido. Mejor no tener cuentas pendientes con el patricio ni molestarlo. Así que cogió su petaca, la abrió y dio buena cuenta de su contenido. Si, hoy iba a ser otra de esas noches. Los recuerdos lo asaltaron con furia y deseó no haberse levantado ese día. Uno no puede alejarse del pasado, es el pasado el que se aleja de uno cuando ya está cansado de martirizarte. Y sólo para coger carrerilla y embestirte con más fuerza al día siguiente. No, hoy iba a ser otra de esas noches. Y para colmo se había acabado la bebida.