Rodeada de gente, pero a la vez sola. Caminando por la cálida arena, soportando una ligera brisa fresca, cargada de la humedad del mar que a su vez rompía el ambiente tranquilo y relajado de una tarde de playa. Su rostro suave y con un ligero rubor del sol recibido denotaba inquietud y tristeza. Él no estaba allí, no llegaba aún. No podía esperarle echada o sentada sin hacer nada. No tenía ganas de bañarse, ni siquiera se había quitado los pantalones cortos que ocultaban su bañador. Necesitaba su calor, su presencia, su compañía. Quería su mirada, su olor, su tacto. Anhelaba tocar su pelo y aferrarle por el cuello y besar sus besos y sonreir sus sonrisas. Pero no llegaba...
jueves, 14 de abril de 2011
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6 comentarios:
Y no llegó.. :(
No es que no llegase, es que lo bueno se hace esperar.
Si, como cuatro o cinco días...
(y eso sola y en una playa, con el frío que hace por las noches...)
Seguro que se quedó sin batería justo en el momento en el que se quedó atrapado en el atasco que se formó cuando un ejército de extraterrestres colapsó la autopista que tenía que coger para llegar a la playa...
eso o que no tenía cobertura...;)
Que duro es esperar lo que sabes que no va a llegar.
Aunque a veces (y lo digo por mi) es mejor que no llegue...
Un besote grande vecino lindo y me ha gustado el relato!! :)
Lo que tiene que llegar termina llegando, sea para bien o para mal.
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