viernes, 15 de febrero de 2013
78 (2)
Ambrosio sonrió. Codicia ya formaba parte de él, había mandado a Alba contra Muerte, Guerra estaba vencido moralmente y los Sabios completamente dispersos o capturados... la fortuna de Laura y de Codicia era ahora suya, y en cuanto a Hambre...
Bueno, la cabeza de Hambre era lo único que quedaba después de que el Jinete del Apocalipsis se hubiera devorado a sí mismo casi por completo.
Con desdén, Ambrosio lanzó al interior de la celda antimágica tanto al gato emporrado como a la cabeza de Hambre. El gato no dijo nada, estaba completamente ido con la hierba gatera.
-¡MALDITO SEAS! ¡DEVORARÉ TUS ENTRAÑAS! -gritó lo que quedaba de Hambre.
-Por supuesto. Y me darás también una patada, lo sé -respondió Ambrosio.
-¡AMBROSIOOOO! ¡TRAIDORJOPUTITAAAAA! ¡ESTÁS DESPEDIDOOOO! -chilló Laurita.
-Creo que no, pequeña tirana -sonrió Ambrosio-. Soy yo quien presenta la dimisión. Y me permito decirte que no te queda un sólo euro. A partir de ahora, te tocará trabajar...
-¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOO!!!!
-Mi cabeza... -protestó Adrián.
-¿Una cabeza parlante? -preguntó Rebeca- ¿De veras estoy viendo una cabeza parlante? Ni que esto fuera una novela con la colaboración de Diego Alcaraz y su obsesión por las cabezas parlantes...
Ambrosio sonrió sarcásticamente y se alejó. Tenía demasiadas cosas todavía por hacer...
Rebeca lo miró con odio.
-Tenía que haberme dado cuenta -dijo Adrián.
-¿De qué?
-El culpable siempre es el mayordomo.
-Buena deducción...
Rebeca palpó cada centímetro cuadrado de la prisión. Tenía que haber un modo de escapar... pero no lo encontraba. Un gruñido de Hambre le dio una idea...
-Hambre. Tus dientes son más fuertes que cualquier material conocido, ¿verdad?
-SÍ.
Rebeca cogió la cabeza de su antiguo enemigo y lo acercó a los barrotes de la puerta.
-Adelante -sonrió Rebeca.
Hambre lanzó un bocado a la puerta. Un incisivo, un canino y tres muelas cayeron al suelo mientras Hambre chillaba de dolor y escupía trozos de dientes sanguinolentos.
-O sea, que la antimagia le ha fastidiado la fuerza de su dentadura mágica pero le permite seguir vivo aunque no tenga cuerpo... no lo entiendo -musitó Rebeca.
-¡LA DENTADURA ES MÁGICA! ¡LA CABEZA VIVIENTE ES CUESTIÓN DE METABOLISMO!
-Ah... claro, claro... -asintió Rebeca sin entender nada.
Pero el problema seguía siendo el mismo... Tenían que escapar de la prisión.
Continuará
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