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-Buenos días.

-Buenos días doctor.

-¿Qué les trae por aquí?

-Venía porque mi hijo tiene mucha tos y mocos, y algo de flema y el pobre no nos deja dormir por las noches tosiendo, y ahora mismo tiene fiebre. El caso es que me gustaría que le recetara algo para que dejara de toser y se le bajara la fiebre.

El niño miraba al suelo, callado, triste, como si fuera culpable de algo en lo que era inocente, como si además de tener que aguantar estar enfermo sintiera una carga que alguien había echado sobre sus hombros.

Una vez más el doctor pensó que no sabía si realmente la mujer lo que quería era que curara su hijo o simplemente que este no molestara. Al fin y al cabo, como muchas otras tantas madres y padres a los que tenía que atender esos días, parecía que estaban perdiendo el tiempo en aquella consulta, que estaban pasando un trámite porque sabían que al final el doctor recetaría lo de siempre, sin mirar al niño... como si tuviera pocos pacientes a los que atender y como si una epidemia de gripe no predispusiera hasta al médico más concienzudo a "adivinar" qué es lo que tiene la siguiente persona de una larga lista de personas con los mismos síntomas. 

Hizo las cuatro comprobaciones rutinarias para asegurarse de todos modos, y llegó a la misma conclusión que en todos los casos anteriores. Ahora venía el dilema: darle al niño lo necesario para que su curación fuese lo más segura posible o darle lo que la madre pedía: que no se notara. En el primer caso, tanto la tos como la fiebre son necesarios (salvo que se disparate, que entonces si que habría un pequeño lío), es más, imprescindibles para acabar con la enfermedad, la fiebre para facilitar la labor al sistema inmune, la tos para liberar las vías respiratorias. En el segundo caso, tendría que acabar con la fiebre y con la tos, dando pie a que la enfermedad campara un poco a sus anchas... pero claro, esto viene con truco, la madre querrá antibióticos, que es lo peor que se le puede mandar a un niño, con su sistema inmune aún no del todo formado. Las madres quieren tener a sus hijos bien el día siguiente, y si no, que al menos no den la lata, y no se dan cuenta de que matar moscas a cañonazos (y de paso demoler media ciudad, que es lo que hacen los antibióticos) no es la solución más sensata.

Una vez más el médico hizo lo que le dictaba su conciencia. Tuvo que aguantar la mirada furibunda de la mujer, los comentarios por el pasillo de ¿y dices que a tu hijo tampoco le mandó...? este médico es muy malo, haz como yo, que me cambié al otro y lo bien que me va. Cada vez que mi hijo tiene un catarro lo cura en dos días... o lo que es peor, del tipo: pues con estas medicinas naturales que me recomendó mi amigo X yo me curo sola... tantos años de avance científico, tantos análisis, tantos estudios para conseguir encontrar las sustancias y las cantidades de cada una que realmente hacen los efectos necesarios en cada caso concreto y luego llegan cuatro tipos y cogen plantas que tienen una cantidad incontrolada de esa sustancia mezclada con muchas otras y lo venden como el milagro del siglo (medicina natural, algo más viejo que el mismo mundo, en fin, una vuelta al pasado). Pero bueno, esos no son los peores, dentro de lo que cabe ayudan; que salvo los que están bien preparados, nunca miran las contraindicaciones de lo que mandan y las condiciones del paciente y pueden joder las cosas a base de bien, pero eso nunca lo mira la gente, siempre confiarán más en lo natural que en las farmacéuticas (que no es que sean hermanitas de la caridad, son empresas y se lucran y sacan sus beneficios, igual que las que se dedican a vender productos naturales, por mucho que digan lo contrario... lo que pasa es que las farmacéuticas son MUY poderosas, y por lo tanto, más proclives a dar malos pasos y salir impunes). 

Pero esos no son los peores, los peores son los que intentan venderte placebos: cosas magnéticas para el equilibrio, cosas para regular el tránsito intestinal que son digeridas en el estómago (así es un poco complicado que regulen mucho, pero bueno), píldoras de azúcar completamente inocuas pero que son milagrosas (al menos no hacen daño físico, que no es poco), agua con propiedades resonantes y/o memoria (mejor olvidar si el agua tiene o no memoria... que teniendo en cuenta que muchas veces bebemos agua reciclada de otras cosas... y en otras cosas hay cabida para muchas cosas desagradables... y que simplemente el agua de la lluvia ya arrastra un montón de contaminación con ella... y que analizando el agua de los más puros manantiales de las más altas e inaccesibles montañas se ha encontrado restos de químicos provenientes de procesos industriales o productos de fumigación. En fin, la cuestión es sacar tajada de la gente crédula. La vía científica podrá estar más o menos acertada, pero está abierta a correcciones y mejoras, y busca cada día mejores tratamientos y menos invasivos. Y todo está a la vista del público que quiera verlo, sin trampas, sin trucos, sin ocultar nada, todo el mundo tiene a su alcance información y estudios.

Y luego eso de que curen en dos días... siempre pensando a corto plazo, siempre derrochando el futuro de la gente en el presente, gastando recursos que aún no tenemos, viviendo de manera completamente insostenible. Cuando realmente ese niño requiera de antibióticos por algo más grave y la enfermedad lo resista, los médicos volveremos a ser los malos. Y será demasiado tarde para él.