Esta es la historia de una persona que lucha contra (¿o deberíamos decir con?) el animal que lleva dentro. Un animal alimentado a base de frustraciones sexuales, sentimientos de inferioridad e impotencia, un hombre asocial en cuanto algo se cruza en el camino que desea seguir. Debería ser la historia del típico chico talentoso que sale adelante del barro con su esfuerzo pese a su complicada vida y que llega a lo más alto, pero que a partir de ahí entra en un declive que acaba con su carrera. No, esta no es esa historia, aunque algo de eso hay. En realidad, por muy bien que le vaya deportivamente, esta persona nunca sale del barro. Si, tiene momentos más felices y más estables, siempre que es fiel consigo mismo y deja al animal a un lado. Pero esa persona y el animal son la misma cosa, no pueden vivir separados, él es la bestia, el toro salvaje, el que da rienda suelta a la violencia, a todo eso que no puede asumir y superar en su vida, el que en el ring es capaz de destrozar a una persona solo por celos, el que es capaz de dejarse acribillar a golpes sin caer al suelo por puro orgullo, por poder decir: humíllame lo que quieras, pero no me verás vencido, no me verás besar la lona, el que gana soy yo.
viernes, 9 de marzo de 2012
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