El solitario peso de la gratitud ~ Pruébame blogger!

miércoles, 14 de marzo de 2012

El solitario peso de la gratitud

Pedro se levantó de su cama soñoliento aún. Avanzó dando tumbos y un poco mareado hasta la palangana donde se solía lavar la cara todas las mañanas. Sabía que no había nada como el agua fría sacada del pozo al despuntar el día, temprano, muy temprano, para devolverle el control de si mismo, para arrancarse de encima el manto de morfeo y la plácida sonoridad de su arpa. Alzó la pesada tranca de la puerta y pronto estuvo listo para recibir al rey sol enmedio del vacío páramo, solo roto por la cabaña y los cultivos con los que Pedro salía adelante y daba de comer a sus pocos animales. No echaba de menos el haberse ido, el haber robado aquella pareja de ovejas, los conejos y aquellas pocas semillas. No soportaba la vida del pueblo, sus habitantes y sus exigencias, sus políticas y sus normas, sus peleas y sus fiestas. Y los ancianos, aquellos que presuntamente eran los más sabios y quienes debían de juzgar al resto... pobres viejos chochos, ya no podían ver más allá de sus manos, ocultaban sus limitaciones y su pobreza de juício con orgullo y simulaban sapiencia, jugaban con su poder e influencia sobre los demás porque habían engendrado a los padres que procuraban comida con su trabajo a los jóvenes y a las madres. En cuanto algo se les iba de las manos solo su autoridad les bastaba para poner a los demás en evidencia, cuando estaba claro que eran ellos los que demostraban su ignorancia día tras día, y que solo eran obedecidos por miedo y porque en el pueblo existía una cultura gregaria difícil de romper. Había renunciado a todo lo que le ligaba al resto de la humanidad que él conocía para labrarse una vida propia. Y allí estaba. Sólo el dios sol sabía de él, sólo el transcurrir del tiempo fijaría su destino, sólo el propio Pedro elegiría como pagar su deuda. Porque pese a que sabía que ahora era libre, también era consciente de que si lo era lo había conseguido gracias a unos animales que no eran suyos y unas semillas que no le pertenecían. Algún día tendría que devolverlo o pese a haber conseguido todo lo que anhelaba, jamás podría vivir en paz.

2 comentarios:

Perséfone pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Va a resultar que al bueno de Pedro no le importaba todo tan poco como parecía al comienzo.

¿Será cosa del Karma?

Un abrazo.

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Es posible. El karma es así de puñetero (o la vida al final es así de justa, que termina poniendo todo en su sitio, por muy poco que nos guste).

 

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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