Pruébame blogger!

Son gotas. Gotas que caen una a una, pequeñas y finas gotas que se van acumulando, se van juntando, van creciendo hasta que su propio peso las precipita. Gotas que corren por las superficies empapadas, gotas que aumentan las zonas encharcadas, gotas que se unen y corren por las grietas de nuestra propia consciencia, que se abren paso silenciosamente filtrándose en nuestro inconsciente. Pequeños hilachos de vida que escurren y se acrecientan afluyendo unos en otros, terminan formando ríos que van al inmenso mar. Ahí explotan las emociones y lo inundan todo, incapacitándonos racionalmente, empujándonos con la corriente o bloqueándonos, no dejándo pasar nuestro albedrío. Sustituyendo las cosas lógicas por cosas irracionales, pero que por alguna oscura razón suenan lógicas en nuestra cabeza. Las emociones son como la lluvia, necesarias con mesura, pero que pueden ocasionar catástrofes imprevistas cuando surgen con violencia, cuando son de una energía desbocada y arrasan con lo que se les pone por delante. Las emociones hay que sacarlas fuera. En nuestro interior se evaporan y se expanden con el calor del momento, la presión aumenta más y más, cada vez más hasta que la contención no da más de si y terminamos estallando, lastimándonos e hiriendo a los que se hallan a nuestro alrededor. Las emociones son peligrosas si, pero también necesarias. Sin emociones no seríamos más que piedras en el camino. Las emociones nos hacen ser lo que somos.