Pruébame blogger!

Hay momentos en la vida en los que parece que todo se da la vuelta. Lo que una vez era sólido, estuvo asentado, lo que era una fuerza para la superación y un camino para seguir adelante, lo que era un apoyo para luchar cada día, lo que era un faro que marcaba con seguridad la línea de la costa se convierte poco a poco en barro bajo nuestros pies, debilidad, un sendero que se pierde en la maleza, un asidero que se rompe, una costa brava con muchos rompientes y llena de escollos. Cuando en la sólida roca de la confianza se abre una grieta, cuando en la frágil razón humana se cuelan vientos cargados de duda, cuando el corazón se vuelve duro e inunda en la boca el sabor amargo... es hora de pararse y reflexionar, de dejar de echar leña al fuego huyendo de una situación que duele y enoja al mismo tiempo, de dejar de echar cosas en cara y de silencios que callan más que dicen. Es hora de hacer balance de muchas cosas, es hora de arrimar el hombro e intentar comprender y aprender a acercarse de nuevo, de cambiar algunos hábitos, de buscar nuevos compromisos, de renovar ciertos votos, de reverdecer ciertos sentimientos. Y sobre todo, no dejarse vencer por la apatía, de seguir luchando, sin prisas pero sin pausas, de mimar sin acosar, de acercarse sin molestar, de querer, de dialogar, de amar. Una vez tuviste un sueño que llegaste a cumplir. No lo dejes morir a última hora, mantén tu sueño hasta el final y, no sin tiempo y esfuerzo, lo conseguirás. Y cuando lo consigas, esas lágrimas crueles que ahora te ahogan se volverán dulces como la miel y llenarán tu rostro de alegría igual que ahora te lo colman de pena. Y verás que el esfuerzo habrá valido la pena.

No sé si lo llegarás a leer, pero va para ti. Tu sabes quien eres.