Mis titubeantes pasos siempre acababan en la biblioteca cuando no sabían a donde ir. Era un refugio, tranquilidad, sosiego, libros con los que entretenerme y pasar el tiempo, en los que evadirme y dejar de pensar las cosas que me atormentan. La biblioteca siempre fue mi refugio, mi castillo, mi escudo y mi armadura, es por eso que siempre volvía, aunque ya me conociera cada rincón, cada estantería y cada lomo de cada libro, muchos de los cuales había releído varias veces. Me encontraba cómodo recogido entre tantas páginas, entre tantas historias me sentía único y diferente, y a la vez me veía reflejado en cada parte, sentía que yo estaba en los libros del mismo modo que los libros estaban en mi. La biblioteca era mi segunda casa, y los trabajadores mi segunda familia. Nunca olvidaré la biblioteca. El día que se incendió murió un trozo de mi.
jueves, 27 de octubre de 2011
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2 comentarios:
O.O
Me encantó tu relato, es impactante!
Una sonrisa.
Me inspiraron ciertas partes de "el juego del ángel" de Ruíz Zafón.
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