Ónice se materializó justo en ese instante, aún algo desorientado por tanto salto espacio-temporal y por el hecho de que tras la armadura de Ofiuco no estuviera Diego, como él esperaba. Algo había ido mal... en un momento de lucidez y antes de entrar en pánico, intentó ponerse en contacto con él telepáticamente.
-¡Diego! ¡Diego! ¿estás ahí? si estás ahí, ¡manifiéstate!.
-Si estoy aquí, pero no puedo salir ni moverme.
-Menos mal... pero... ¿dónde es aquí? ¡tu deberías estar en esa armadura! ¡tu deberías ser el avatar de Ofiuco!
-Pues no, por lo visto estoy atrapado dentro de la vara.
-¿Dentro de la vara?... umm... podría tener sentido... pero tu deberías ser el sanador de las realidades, no el instrumento para sanarlas; en fin, que sólo tu y tu hermana tienen capacidad para arreglar esto, no sé qué pinta ese otro tío aquí.
-Pues yo tampoco, sólo lo he visto tres veces y en ninguna parecía estar muy despierto... bueno, ahora mismo tampoco es que sea el alma de la fiesta.
-¿Eh?- dijo Chencho, despertando del sopor en el que se hallaba metido.
-¿Eh?- dijo Adrian, que tampoco era la persona más espabilada del mundo.
-Mira a esos dos cenutrios. Y se supone que el tal Chencho me tiene que liberar, cada vez lo veo todo más negro... por cierto, ¿dijiste algo de mi hermana?
-¡Ostras! ¡la Vicky! la dejé en un sitio seguro para venir a rescatarte, pero conociéndola creo que ahora mismo corre más peligro que tu. Realmente ahí encerrado no puedes hacer mucho, pero tampoco pueden hacerte nada, mientras que ella ahora es la única que puede salvarnos el culo a todos... ¡ala, adios!
-¡Pero cabrón, no me dejes aqu...! ¡ya se ha largado! ¡será hijo de perra!- dijo afligido. En realidad no, pero a veces si que me gustaría que fuera menos felino y más canino... pensó; en fin, me tendré que ocupar yo de mi mismo, como siempre. -¡Eh, tu! ¡el que me tiene sujeto por... por la vara!
-¡Eh, esa cosa de las serpientes habla! ¡que guay!
-¿Mande? ah, si, esta cosa... ¿qué narices estoy haciendo aquí yo?
-No lo sé, pero el bastón mola. ¿Me lo prestas?
-¿Qué? ah, si, toma, to pa ti.
-¡Guay!
-¡Guay!
-Bueno, y ahora ¿alguien puede decirme qué es todo esto? ¿un concurso de cosplays?
-¿Y tu quien eres y qué haces aquí? ¿por qué tienes esa armadura? ¿qué narices es Ofiuco?- dijo en tono acusador Raoul.
-Espera, Raoul. No sé por qué me da que este no tiene ni pajolera idea- intervino Rebeca.
-Creo que yo puedo arrojar algo de luz- dijo el viejo anciano.
-¡Eso es! ¡arrojar! ¡voy a arrojarlo como una jabalina, a ver hasta donde llego!
-¡Eso es! ¡arrojar! ¡voy a arrojarlo como una jabalina, a ver hasta donde llego!
-¡Y yo puedo arrojar algo de agua!- dijo Arturo antes de quitarle el ánfora a Rebeca y derramarla por encima de todo el que pillaba por su camino.
-¡Se acabó! ¡estoy harta de este tío!- gritó rebeca mientras formaba una enorme espiral de hielo.
-Paaaaara, paaaara, guarda tu furia asesina para más ad... ¡ey! menos mal que con esta armadura soy rápido y tengo reflejos felinos, esa patada iba diracta a donde siempre...
-Tiene razón, Rebeca, debemos centrarnos en esto. Es más grave de lo que parece.
-¿Más grave aún que todo lo que hemos pasado? ¡¡se supone que ya debería haberse acabado el mundo al menos tres veces!!
-Bueno, visto así... en fin, lo que toca: tu, chico, el que acabas de aparecer. Eres una variable que no entraba en ninguna ecuación.
-Yo soy más bien simple, a mi eso de las ecuaciones...
-Lo que quiero decir es que se supone que tu no deberías estar aquí. Algo ha ido mal, desde el principio. Se supone que Ofiuco ni siquiera debería estar por aquí, y si bien el hecho de que esté es hasta cierto punto normal, quien debería haber aparecido era otra persona. Bueno, tal vez... ¿tienes conocimientos de medicina o algo así?
-¿Yo? que va, si soy informático...
-Lo que nos faltaba, otro friki más para añadir al circo. En fin, alguien o algo se ha torcido por algún lado, y necesitamos encontrar a esa otra persona antes de que todo se vaya al traste. En teoría debería estar ligada a esta armadura de algún modo, no debería estar lejos...
-¿Al traste? yo vivía mi vida muy tranquilo y sin problemas y ahora ni sé qué soy, ni quien soy, ni quien es nadie, ni lo que hago aquí. Y para colmo, llego medio dormido y con un resacón encima y escuchando voces ¿me quieres decir que algo más se puede ir al traste?
-¿Voces? ¿qué voces?
-Una voz de un tipo medio loco que ahora mismo está gritando algo así como ¡HIJOPUTAAAAAAAAAAAAA!
-JaaaaaAAAAAJAJAjajajja
Al oír la carcajada, todo el mundo miró de repente a Adrian , como movidos por una repentina sospecha. Haciendo de portavoz, el anciano preguntó que de qué se reía en un momento tan delicado como aquel.
-Nada hombre, que la lanza jabalina esta del ofucio este que parecía tan buena es una mierda. Casi llegué hasta el otro lado de la grieta esa enorme de ahí... si el bastón hubiera sido algo más ligero lo hubiera conseguido sin duda, pero llegué muy lejos. ¡Casi 50 metros, que se dice pronto!. Lo divertido es la forma en la que Ambrosio se tiró tan apurado por el despeñadero ese pabajo, ¡casi se mata el tío! ¡será imbécil!
-¡SERÁ IMBÉCIL!- dijeron todos al unísono mirando furibundos a Adrián
En otro lugar del multiverso, el chico que dormía plácidamente estaba a punto de encontrarse con su destino. De pronto, en medio de un periodo de duermevela un tanto extraño, una idea brillantísima que había cruzado millones de kilómetros luz en el espacio B-dimensional se introdujo en su cerebro. Meditabundo, se sentó en la cama, sorprendido de repente por una lucidez extraña. Se levantó y abrió la ventana: aún era de noche cerrada. Inquieto, se preguntó por qué estaba tan nervioso de repente; sin aparentemente poder controlarse, como guiado por una inspiración divina, se acercó al escritorio y buscó en el cajón, para ver si allí había algo que le ayudara a fijar esa idea rebelde... lápiz, papel, reglas... ¿móvil? ¡ah, leñe, que tenía que cargar el móvil!. Ya tranquilo y en la cama, aquel chico recuperó su suño y dejó pasar la llamada de su destino y tiró años y años de laboriosa preparación mágica y de cuidadosos cálculos taumatúrgicos y selección genética. Él era el elegido y ese día había un eclipse total de luna. Toda la magia que se había acumulado aquella noche y que había de derramarse en aquel mortal se iba disipando poco a poco. Algo había interferido en el destino, algo había ido mal...
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