-Vale, lo único que yo saco aquí en claro es que quien no está desapareciendo, está dándose de leches con otra gente -suspiró Raoul.
-Admito sugerencias -dijo Rebeca.
-Quiero esnifar su purpurina -respondió Arturo-. Oooooommmm...
-Podemos preguntarle a ese -Raoul señaló al extraño personaje embutido en la armadura de Ofiuco-. Ni se ha movido ni ha hablado desde que ha empezado este marrón.
-Con esa máscara que lleva, no hay manera de saber ni su género -protestó Rebeca.
-Un animal sabe lo que es y lo acepta -aseveró Arturo-. Ooooommm...
Raoul se acercó a Ofiuco.
-Esto... buenos días. Hace calor, ¿eh? -saludó el sabio.
Ofiuco no contestó.
-Disculpa a mi compañero -gruñó Rebeca-. ¿Es mucho preguntar quién eres realmente? Y si puedes darnos alguna clave sobre cómo resolver este problema cósmico, te estaríamos muy agradecidos...
Ofiuco no contestó.
-One for the money, two for the show -dijo Arturo-. Oooooommmmm...
Ofiuco no contestó.
-¿Has visto? ¡Tengo cuernos! -exclamó Adrián.
Ofiuco no contestó.
Antonio aterrizó a unos pocos metros de ellos, arrojado por los aires merced a un soberbio golpe de su enemigo íntimo.
Ofiuco ni se inmutó.
Todos miraron fijamente a Ofiuco.
-A lo mejor no está vivo y es sólo una armadura -musitó Raoul.
-¿Pruebo a quitarle la máscara? -preguntó Adrián.
-Pues quizás no sea tan mala idea -asintió Rebeca.
-I wanna wanna... Ooooooommmm...
De modo que Adrián se adelantó y extendió sus manos para quitarle la máscara a Ofiuco...
Continuará
miércoles, 3 de julio de 2013
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