Calor... calor agobiante y asfixiante, con ese sol en lo alto y toda esa humedad que da trabajar al lado del agua enfundado en plástico. Una playa hermosa, o que sería hermosa si no estuviera cubierta de negro. Otra vez más maldijo el egoísmo de la gente, capaz de pensar solo en si mismos y en sus problemas financieros a corto plazo en lugar de en lo que realmente debería perdurar. No se dan cuenta de lo que vale la pena, de lo que necesitamos preservar, para ellos cosas como este rinconcito de piedras y arena no es más que un nombre en un mapa, un sitio donde escaparse cuando necesitan cortar con sus presiones y agobios, y ni siquiera lo tratan como algo especial. Hay más donde cobijarse si este les falla. Pero eso si, luego cuando vienen se les llena la boca diciendo lo precioso que es el paraje, lo tranquilo que se esta... pero cuando está todo lleno de este pringue viscoso ni siquiera se acuerdan, no quieren pensar en venir a verlo. Y muchísimo menos en ayudar a limpiarlo. La conciencia les pesa demasiado. O al menos eso espero.
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