Muchas millas he caminado, ríos atravesado, en frías explanadas dormido, en verdes prados descansado, de cristalinas aguas bebido y tras matojos defec... ah, por fin!, ahí delante, hermoso e imponente recortando el perfíl del horizonte, el paraje que atesora el mayor fruto de la tierra, algo solo comparable a la manzana de oro del jardín de las hespérides. En la explanada que adelante se adivina se encuentra el famoso enebro, lugar de encuentro de peregrinos y viajeros, obligado punto de referencia histórico y geográfico. Años y años de transitar duros caminos, de subir cuestas, de bajar precipicios, de tropiezos y sufrimiento, de serendipias y extravíos, todo ello para llegar en un par de jornadas al final del viaje. Por fin podré conocer las maravillas que narran los antiguos, ver con mis propios ojos a las diosas guardianas que lo custodian, cual maravilla mítica, de la codicia de la gente de corazón impuro. Ah, solo pido a los dioses, sean cuales sean los que moran estas lejanas tierras, que me conserven la fuerza para poder llegar por fin a tan ansiado término. Por fin podré descansar si es ese mi destino, o volver colmado de felicidad y alegría desbordando mi corazón.
viernes, 20 de julio de 2012
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