En el frío aire que corta la sangre, que hiela pulmones, que para latidos; en el frío aire que atraviesa telas, plásticos, pieles; en el frío aire que quiebra pensamientos, sensaciones, sentimientos. Rodeado de frío aire vivo, aún cuando el sol calienta mis manos, aún cuando cierro las ventanas de mi cuarto, aún cuando me cubro protegiendo mi ser, harto del duro hielo, de la cubierta de escarcha, del aguanieve que azota mi cara mientras avanzo por un camino que no sé a donde me lleva, mientras huyo de algo que no sé bien ni qué es. Mientras atravieso el puente y veo al fondo la quietud y la calma de la superficie helada del río, no dejo de decirme a mi mismo que ahí debajo hay vida, que hay movimiento, que la vida sigue desarrollándose bajo esa enorme capa aislante y protectora. Pero me respondo que esa misma capa es una muerte lenta y agónica, que va engrosándose poco a poco y va ahogando la vida que bajo si misma se halla. Y miro al cielo y no encuentro al sol que tanto busco, y me miro a mi mismo y no encuentro el calor que tanta falta me hace y ya no sé donde lo busco, ni si buscándolo ya lo he encontrado, y sigo vagando sin rumbo, afrontando como puedo las inclemencias de un tiempo siempre adverso, y con la incertidumbre de no saber si algún día va a cambiar.
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3 comentarios:
Algún día cambiará. Hay que pensar que va a cambiar y que va a ser pronto.
Besos.
me he quedado helada, me encanta como escrives, si sientes todo ese frio en tu interior desearte que salga tu sol bien pronto. un beso
Bueno, esto es una serie de entradas que conforman un relato más amplio, no se queden solo con esto. Pero muchas gracias a las dos.
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