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En las islas Canarias cada cierto tiempo han surgido personajes destacados que han superado el aislamiento que supone vivir en unas islas tan alejadas de europa, conseguir medios y formas de acceder a la vanguardia cultural y científica con todo en contra. Esto hoy en día es un obstáculo menor, con la tecnología el aislamiento en este sentido se ha acabado, pero hace no tanto suponía un gran problema que solo se podía superar de una forma: emigrando. Los canarios también han sido grandes emigrantes (quizá no tanto como los gallegos, pero ahí vamos) debido a las difíciles condiciones que genera el tener una gran dependencia de los recursos que tenemos que traer de fuera,  y de los diferentes regímenes e intereses políticos. Anarquistas, totalitaristas, nacionalistas... una tierra que siempre se ha dividido entre las revueltas y el conservadurismo más feroces. Nuestra historia comienza justo con la llegada de la república, una época de aperturismo que como en todas partes de España propició un fuertes cambios y avances que chocaban con una gran parte de la población que no estaba preparada para asimilarlos y que los veían como escandalosos. Una explosión en muchas áreas del arte y el surgimiento de muchos genios de muerte prematura. Ahí están tres poetas como García Lorca, Miguel Hernández y Domingo López Torres como ejemplos destacados.

¿Cómo? ¿que quien es Domingo López Torres? bien, es una persona bastante desconocida y realmente no tiene muchas obras publicadas, pero muy importante en la cultura tinerfeña, ligado a los movimientos de vanguardia, crítico y poeta con grandes conexiones con el surrealismo. Antes de hablar de él, hablemos de sus conexiones: fue colaborador de un referente mundial como Gaceta de Arte, una revista internacional de cultura editada en Tenerife pero con estrechas relaciones con ciudades culturales importantes como fueron Stuttgart, Dessau, París, Frankfurt, Praga, Dusseldorf, Moscú y Berlín. Era una revista tan ambiciosa que realmente tuvo muy poco impacto fuera de ciertas élites culturales (tenía una tirada de apenas 600 ejemplares, muchos de los cuales eran enviados a galeristas y élites culturales fuera de las islas) lo cual la convierte en una obra de culto y de gran bagaje histórico y documental en la europa de los años 30. Tuvo como colaboradores a personajes tan ilustres y variopintos como Oscar Domínguez, André Breton, Benjamín Peret, D. Pérez Minik,  Pedro García Cabrera,  Óscar Pestana,  José Arozena,  Domingo López Torres,  Agustín Espinosa,  Juan Ismael,  José María de la Rosa,  Gutiérrez Albelo,  Le Corbusier,  Gertrude Stein,  Tristan Tzara,  Jean Cassou,  Herbert Read y Paul Eluard. Lejos de ser una herramienta política, Gaceta de Arte se moverá en una órbita universal dentro de lo que puede ser el arte y la cultura, dejando completamente a un lado cualquier atisbo de nacionalismo o regionalismo. El fundador de la revista, Eduardo Westerdahl junto con otros colaboradores y en especial Domingo López Torres, el más agitador y revolucionario, el más imbuído en la corriente surrealista no solo en obra sino en pensamiento, organizaron la primera exposición de arte surrealista en España y todo un referente mundial en la época. Solo ver los artistas y las obras que pasaron por allí asusta al pensar en verlas todas juntas hoy en día: las Figuras de Picasso, La libre inclinación del deseo y El reflejo craneano de Salvador Dalí. Deseo de verano y Objeto magnético de Oscar Domínguez. Junto a estas obras también fueron expuestas obras de Miró, Marcel Duchamp, Man Ray, Alberto Giacometti y Max Ernst, que se dice pronto. Cabe destacar que Domingo mantenía muchos contactos de mucho nivel fuera de españa, en parte gracias a su gran amigo Oscar Dominguez, que había emigrado a Francia para poder desarrollar su obra en un entorno más receptivo para este tipo de arte.

Con este caldo de cultivo alrededor, la llegada del alzamiento supone todo un varapalo para todo aquel que promoviera la cultura como forma de abrir mentes y educar espíritus. El cierre de Gaceta de Arte, el apresamiento de sus miembros y la posterior ejecución sumaria de Domingo López Torres, atado en un saco y tirado al mar. Aún así, y aunque ya había editado libros de poesías, el encarcelamiento consigue despertar el genio y la chispa que llevaba dentro y elevan la obra de Domingo a un nuevo nivel. Lo imprevisto, libro de poesía que escribe en su cautiverio se convierte en su obra cumbre y en su último legado. A todos recomiendo su lectura.