No, no puedo dejar que la verdad salga a la luz. Tengo que maquillar las cosas, tengo que... ¡es horrible! ¡no! ¡la humanidad no podría entenderlo y aguantarlo! es demasiado... no, no están preparados... aún no...
Eehmmmm... estoooo... ah, si. ¡Y entonces llegó Vicky en su refulgente dragón perlado, volando como una exhalación sobre sus cabezas y saltó de su grupa, cayendo en una espectacular voltereta justo enmedio de Ambrosio y Laura y Alba y dejando polvo en suspensión, pequeñas grietas en el suelo e incredulidad por doquier. De una patada dio cuenta de Ambrosio, al que justo antes había arrebatado el báculo. Ante las atentas miradas de unas asombradas Laura y Alba, utilizó el báculo para hacer reaparecer/resucitar a Fran (las malas lenguas dirán que agarró a su hermano por los mismísimos hasta que lo trajo de vuelta). Fran rompió el hechizo de ilusión en el que se hallaban sometidos y ya no estaban en el infierno, ni en una dimensión paralela, ni tenían armaduras. Eso si, la realidad era demasiado tozuda como para que Antonio y Juanjo no siguieran peleándose pese a todo. Un Arturo caballeresco acudió a salvar a las damas cuando Ambrosio intentaba una última acometida desesperada y lo inmovilizó con una llave. Vamos, le aplicó una llave inglesa en la cocorota y lo dejó tirado sin conocimiento. Ahora todos se arremolinaron, entre fascinados y curiosos, alrededor de la figura de Fran, que ahora inspiraba un cierto temor reverencial.
-¡Escuchad!- bramó un Fran que de repente tenía toda la actitud de Charles Bronson pese a una falta de mostacho alarmante- Hasta aquí ha llegado esto. No permitiré más dolor y sufrimiento. Hemos estado jugando y luchando con y contra fuerzas de difícil comprensión, más allá de todo entendimiento; hemos sido marionetas en manos de otras personas, de mentes desquiciadas. Es todo una ilusión, un sueño y yo puedo despertaros. Tras todos estos viajes místico-metafísicos he tropezado con la verdad. ¡Y la verdad nos hará libres!. Sólo os pido una cosa, pues no tengo poder suficiente y requiero vuestra valiosa colaboración... ¡tomaos de las manos! (psss, Adrián, de las manos, de las m... ufff, vaya tortaaaa...).
Todos en corro, con las manos extendidas y agarrados unos a otros, rodeando a Fran que ocupaba el centro del círculo, comenzaron a ceder poder hacia el interior, a concentrarlo en ese punto, como la luz en una lupa. Nadie dudaba de que lo que estaban haciendo era lo correcto, Fran tenía un aura de solidez, liderazgo, confiabilidad y seguridad que anulaba cualquier intento de disentir o de obrar de manera diferente. Mientras poco a poco iban drenándose todos, e iban cayendo presas del esfuerzo desde el más débil al más poderoso y una luz brillante y cegadora iba llenando el hueco donde en un principio estuviera Fran, mientras este sonreía de una manera extraña y terminaba desvaneciéndose en un estallido de color.
Raoul fue el primero en despertar. Estaba en una cama, confuso. Se levantó y fue al baño, se lavó la cara y salió hasta la cocina. Allí le esperaba Rebeca, que al verlo se le acercó y se dieron un beso en la boca mientras se daban los buenos días. Raoul empezó a preparar unas tostadas mientras Rebeca pasaba por detrás para sacar la leche del microondas y le daba una palmadita en el culo. Raoul se sintió un tío afortunado. La vída le sonreía, gracias a su esfuerzo había conseguido que la empresa de su padre hubiera salido de la crisis en la que había entrado años atrás, su progenitor estaba sumamente orgulloso de él y su mujer pronto tendría un niño. Pensó que de nombre le pondría Francisco y de repente algo en su cabeza hizo clic y una sensación extraña le recorrió todo el cuerpo. La sensación de que algo no funcionaba empezó a invadirle hasta que Rebeca se acercó y empezó a acariciarle el cabello. Un par de palabras susurradas al oído y una mirada suplicante mientras ella se dirigía contoneante hacia el dormitorio terminaron por sofocarla.
Laura era feliz. Desde aquel problema con el mayordomo, que había presentado dimisión y la había dejado con toda la ropa sin planchar y sin poner la lavadora, había empezado a hacer cosas por si misma y había cambiado. Estaba dando de comer a los pobres en el comedor de su fundación cuando apareció un hombre trajeado y atractivo. Usted no viene a comer aquí, espero. No, nada de eso, soy el representante de la mundialmente famosa y reconocida ONG metralletas contra el hambre y vengo a hacerle partícipe del premio anual que otorga la organización a la mejor iniciativa particular en ayuda de los desfavorecidos. Me dejais anonadada, no merezco reconocimiento por algo que me sale del corazón. Usted tiene un corazón de oro, señorita, igual que sus hermosos cabellos. Me halaga usted, es una persona culta y educada... supongo que sabe quien soy, pero... ¿y su nombre?. Oh, que desconsiderado por mi parte, no me he presentado; mi nombre es Adrián y desde luego, tiene usted una impresión demasiado buena de mi, y me siento afortunado por merecer las atenciones de usted. Me sonroja... vendrá cansado ¿quiere una copa?. Oh, gracias, pero no bebo. Durante un instante, el universo estuvo a punto de implosionar para estas dos personas, que momentaneamente mareadas por alguna desconocida fuerza tuvieron la extraña sensación de que algo no encajaba. Pero luego se miraron a los ojos y se perdieron el uno en el otro y tuvieron la certeza de que habían encontrado a su media naranja.
Antonio Mata estaba exhultante. Después de tantos meses de duro trabajo lo iba a conseguir. Sólo le hacía falta una última cosa. Tocó en la puerta del hospital y el recepcionista lo dejó pasar, evidenciando que ya se esperaba esta visita. No demasiado lejos, una voz conocida lo llamó por el pasillo. ¡Juanjo! ¡por fin!. Antes de nada, abrázame hombre. Durante el abrazo, miles de gatitos estuvieron a punto de morir de algún tipo extraño de afección cardiaca, pero todo pareció volver a la normalidad, pese a las caras un tanto desencajadas de los dos amigos. Esto... ¿lo tienes?. Si, y como tu pensabas, el análisis da positivo. ¡Lo sabía! ¡ya tengo pruebas para enchironarlo!. Eso merece una celebración por todo lo alto, ¡hoy invito yo!. Tío, muchas gracias, no sabes lo importante que es esto para mi. No es nada hombre, ¿qué no haría yo por un amigo como tu?.
Alba estaba en la feria de robótica de la universidad. El mundo por fin vería la que sería su mayor y mejor creación, el Arturo 2000. Era el día más feliz de su vida. Su tutor de proyecto, el viejo profesor, sonreía orgulloso al lado. Sabía que aquella alumna iba a llegar lejos.
Vicky, Diego y Chencho estaban sentados bajo el toldo de un bar, tomando algo fresco para combatir el calorcillo que hacía ese día, con Ónice ronroneando en el regazo de la ragazza. Reían y bromeaban y disfrutaba cada uno de la compañía de los otros porque hacía tiempo que no se veían. Diego tomó la palabra y dijo: ¿y a que no sabéis qué sueño más raro tuve anoche?...
Fran, un destello de luz en el horizonte estrellado, vigilaba su obra, en paz y armonía con el universo. Lo había conseguido. No, de hecho, había conseguido algo más allá de lo que podía haber imaginado o soñado. Era más de los que jamás había querido ser, pero en cierto modo, también lo había perdido todo. ¿Sacrificio? quizá. Y vio Fran que todo era bueno. Y como ya era el séptimo día, se echó a dormir.
En la oscuridad una sombra se movió. Voces extrañas sonaban a su alrededor. Se han ido todos, decían. No pueden haber rechazado a sus dioses, decía otra. Se ha disipado todo el poder, bramaba una tercera. La sombra, consciente tras su inconsciencia de todo lo que debía haber pasado, y elaborando un nuevo plan rápidamente, y con una media sonrisa en la boca dijo: Así que se han burlado de todos vosotros ¿eh? os han conseguido dejar al margen ¿verdad? ahhh... la mente humana es demasiado imprevisible, es capaz de superarlo a todo y a todos, de encontrar la forma de romper vuestro dominio y encerraros a todos ¿a que si?. Si, dijeron las voces, espectantes. Aquí nos ha encerrado, y a ti con nosotros. ¡No!, a ustedes los ha encerrado conmigo, y yo soy vuestra última posibilidad de no pasar la eternidad jugando al parchis. Si... después de probar lo divertido que es jugar con los seres humanos y los destinos de las civilizaciones ¿quien querría volver a la monotonía de la no-existencia y la inmensa vacuidad del infinito?. No, necesitan salir de nuevo. Y sólo yo puedo, y sólo a mi corresponde el poder que ustedes no saben usar. Este es el trato, dadme vuestro poder y yo os haré de nuevo libres, poderosos y dueños de las almas mortales... ¿qué decis?
Continuará...
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