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miércoles, 31 de octubre de 2012

Lamento del lamentable caballero

Llámame tonto, llámame bueno, llámame odio, llámame anhelo, quizá pasión o frío hielo, llámame tramposo truhán o sincero. Dime que lucho o que soy todo celos, dime que amo o que es todo cuento, dime que olvido o que olvidar no puedo, di que soy luz, que soy puro fuego o di sombra y oscuro cieno. Di todo esto y acertarás, pero aún así nunca estarás cerca de lo que en realidad soy. Porque soy todo eso y más y nada de eso llevo. Cargo conciencia y razón y arrastro corazón por el suelo y no sé que pesa más ni qué provoca más duelo. Me torturo sólo con ser y con mi ser me deshago en castigos sin medida mientras mi vida no mejora, mas ya más no ha de torcer ¿que cómo lo puedo saber? ah, poco sagaz tu mente es, pues muerto me hayo aquí donde (no) me ves. Caballero fui, pero más bien andante que galopante, sin dinero la caballería troqué por gallardía, y la gallardía por dinero, pues para vivir un poco la vida no se puede estar en cero. Y mucho menos en rojo, pues mal color es ese cuando azul es la sangre que da altivez y arrojo. Mas arrojo del creído que por alta cuna fue nacido y por alta cuna vivirá su sino, pues para caer bajo solo hace falta despegar y agitar las las con desparpajo, mas no de manera eficaz pues el grajo vuela bajo pero de balcones no planea el que con halcones se pelea. Y así una cuestión de cuernos, trocó al ave libre en su vuelo por alguien torpe y no muy despierto, que sin ropa y sin vergüenza huye cobarde de la liza, resbala y se desnariza y pierde algo más que el orgullo; es metido en el trullo y condenado, como un vulgar villano, aquel que con Ulises disputaba en astucia y con Baco... con Baco simplemente bebía. Y aún así libaba (¡oh dios, el inconsciente!) digooo ligaba, pero siempre la mujer incorrecta, la casada, sacerdotisa o alguna muy abierta, sea como fuere, la cosa siempre terminaba en reyerta, persecución o bofetón a mano abierta. Total, disfrute cero y ganancia incierta, pero perseverante que es uno, seguía estando alerta, pues pese a mi vida disipada y mis privilegios dilapidados, estos mis ojos acaramelados un sueño perseguían, pues esperaba que la amada mía gentilmente cayera en mis brazos. Que no supiera quien era, donde estaba o como caería me traía sin cuidado, y como a la dama desconocía, trataba (quizá en demasía) de buscarla en todos lados. Así llegué a conocer en profundidad la vileza del alma humana, pues la mía aunque manchada mantenía en buen cuidado su entereza, más quizá no de una pieza por tantos palos que le daba. Y el cielo me privó de mi regalo, de mi triunfo, de mi meta, pues cuando por fin la encontara y yéndola a buscar me encontraba, antes de llegar quiso mi estupidez que cometiera el mayor error de mi pasado: quedarme quieto y parado mientras volaba como saeta una algarabía de ganado (no se sabe muy bien por qué causa espantado) rompiéndome la jeta. Así, desjetado, desnarizado y descalabrado, moría de los míos alejado, sin sangre, honor ni pasado, tras haber sido encarcelado y por una casualidad poder salir huyendo. Mal rayo me parta, pensar que por fin la suerte me había sonreído; no debería habermelo creído. Pero yo soy así, muy optimista y confiado; por eso tanto me han dado y tanto he recibido, mas no lo que yo hubiera querido y sin embargo de mi todo han obtenido y sonsacado. Si es que en el fondo más vale muerto y amargado que vivo y sin sentido. Así que aquí estoy, como todas los años por la vigilia de los puercos, tras muerto aparecido, pero sólo y abandonado, y ahora que mi historia te he contado ¿no deseas ser honrado, valiente y aventurero y dar paz a este caballero que por no tener ni tuvo caballo ni sombrero, que no fue ni obrero ni lacayo, que dilapidó su patrimonio en busca de una quimera, y que no la encontró en en ninguna ramera ni en mujer que fuese buena ni siquiera en un mal cayo? ¿qué puedo decir? el mundo me hizo así, pero arrepentido me hayo, si es que se puede hayar algo que quede de mi salvo quizás el sayo. Y es que han pasado ya siglos y mi espíritu no descansa (más quisiera yo calentar la panza con sopa, asado o garbanzas, pero eso ya no me alcanza). Algún día encontraré la paz, si es que aún puedo encontrar algo, mi vida ya no valgo si es que algún día valiere, pues aunque bueno y capaz fuere, siempre acababa pagando; tanto es así que ya sin saldo y con deuda estuviere antes siquiera del primer pago. En fin, ya mi tiempo se acaba (tantas veces se ha acabado que he perdido el cuento, digo la cuenta, que pa cuento el mío y pa cuenta la de la vieja, esa arpía que siempre me deja, de año en año volver a la queja, al llanto y al lamento impío de un espíritu vivo sin pareja y sin tino). La muerte me llama, más no me llama por mi nombre, si pudiera por la oreja me tiraría y a ver quien caso no le haría teniendo esa guadaña tan añeja, cuyo filo tieso te deja con un fulgor casi divino.

2 comentarios:

La Gaveta de Mi Mundo pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

¡Me encanta! Simplemente.

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Gracias! :)

 

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