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lunes, 8 de octubre de 2012

Cielo.

Caía la tarde, que aún no la noche, cuando la vi. Era brillante, tanto como para poder observarse a simple vista, tanto como para deslumbrar cuando aún el negro manto de la noche no había cubierto el cielo. Si, no cabía duda, debía ser una estrella; no se movía, titilaba, no podía ser un reflejo extraño en algún aparato u objeto derivando sobre la atmósfera terrestre. Y sin embargo no podía ser. Como buen aficionado a la astronomía estaba deseando llegar a casa y sacar el telescopio (afortunadamente con un poco de suerte el balcón de casa permitiría apuntar hacia ella; si no, tendría que pedirle a algún vecino unos minutos de su tiempo... cosas de tener una casa con tejado, que muy bonito si, pero en este caso es poco práctico comparado con una buena azotea). La estrella en si era una anomalía, era algo improbable y misterioso. Ninguna estrella había tan brillante como para verse de día; solo Venus, la estrella de la mañana, y quizá Marte, y tampoco porque al igual que alguno de los muchos satélites que orbitaban la Tierra, no tililaban. Si mi novia hubiera estado a mi lado hubiera pedido un deseo sin duda, realmente no sabía distinguirlas, pero le encantaban y le daba igual que fueran fugaces o no. ¿Y quién soy yo para negarle la ilusión de hacerlo cuando además con casi total seguridad yo desearía lo mismo que ella? con estos pensamientos, cuando llegué a casa lo primero que hice tras cerciorarme de que efectivamente tras la ventana tenía la estrella a la vista, no fue ir a por el telescopio, sino llamarla. Y vino, y  la luz lo embargó todo, cubriendo de magia la habitación; una luz intensa y radiante, una luz que refulgía en su mirada y brillaba en su sonrisa, y así mi chica y esa estrella fueron una y yo uno con ellas.

5 comentarios:

Diego Alcaraz Hernández pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Al principio creía que hablaba de una chica, no de una estrella... y cuando dijiste lo del telescopio, llegué a pensar: es la vecina de enfrente, este tío es un enfermo.

Cuando acabaste diciendo lo de la novia, caí en la cuenta que el enfermo soy yo...

Muy, muy bonito...

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Me he aprovechado de para hacer el cuento aún más potito. Puke rainbows!!

Y no, tu no estás enfermo hombre, hay que mirar siempre el lado bueno de las cosas (y si tienes un telescopio y una vecina, no vas a mirar al caballo del kinki ¿o si? :p)

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

(...me he aprovechado de la ambigüedad de la frase...)

Tenía hambre y me comí la mitad de lo que quería escribir...

Diego Alcaraz Hernández pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

Es tendencia usar un montón de metáforas con más o menos suerte para terminar diciendo que...

...eso...

Y sí. Lo has dejado más bonito. Podrías haber colgado los dos, como versión 1 y versión 2 y que la gente votara y...

Mr Blogger pensó (ingenuamente) que alguien leería esto:

El final es abierto, igual encendieron la tele y se pusieron a ver la casa de la pradera... o no la encendieron y... eso. Pero ya depende de lo que el lector quiera ver, claro (como si aparece una motosierra).

Nada nada, los que llegaron tarde se comen la nueva.

 

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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