jueves, 31 de mayo de 2012

Secretario

Igual que todo el edificio, aquel pasillo era enorme, protegido o escoltado por habitaciones a los lados, pero diseñado de manera que claramente se viera que la más importante estaba justo al otro lado, al final, con una puerta majestuosa y ricamente trabajada, destacando sobre todo el conjunto, que distaba mucho de ser sobrio aunque sin dejar de ser funcional. Al fin y al cabo, aquel era un edificio de negocios, aunque por momentos se asemejara a un palacio.

Toc, toc toc. Pase y espere cómodo en uno de los asientos, dijo una voz desde el otro lado, aunque yo sabía que llevaba un rato esperándome y que si quisiera me hubiera atendido en ese momento. Típica estrategia para hacer ver que tienes una sala de espera cargada de maravillas y riquezas antes de entrar a un despacho de ensueño. Típica estrategia de emperador que quiere deslumbrar y empequeñecer a sus rivales ante la magnificencia de sus posesiones. Al rato la misma voz, engatusadora y gatuna pero grave y fuerte a la vez, me invitó a cruzar el último umbral entre él y mi persona.

Sin nervios pero con algo de miedo ante la perspectiva de encontrarme con alguien tan importante, avancé por su amplísimo despacho hasta tomar asiento a un gesto suyo. También me invitó a servirme a mi mismo de un delicadísimo vino tinto con pinta de que yo no podría comprarlo con varios meses de sueldo. Me serví para romper un poco el hielo, por curiosidad por probar algo completamente alejado de mis posibilidades y también por darle el gusto a aquel caprichoso millonario.

-Buenas. Mi nombre ya lo conoce, y aunque me he leído su currículo con mucho detenimiento me gustaría que se presentara.- dijo con ese tono del que quiere averiguar información de su enemigo para poder usarla en su contra al mínimo descuído, pensamiento que me vino avalado por la fama que se habría granjeado de duro negociador y oponente hábil a la hora de moverse por el escurridizo mundo de las finanzas y las estrategias comerciales.
-No tengo mucho más que añadir a lo que dice mi currículo de mi, señor. Soy una persona muy discreta y directa y para el puesto que me pide mi deber me exige que me aplique en estas dos cualidades.- dije en un tono que pretendía ser firme y seguro, consciente de que me convenía mantenerme lo más neutral posible si quería conseguir su confianza y ganarme el trabajo.
-Muy bien, eso me gusta. Tiene usted una forma de marcar los límites de nuestra potencial relación que me complace, si señor.
-No es marcar límites, ser secretario de una persona tan influyente como usted implica ceñirme a lo profesional y no mezclar cosas personales por enmedio.
-Oh, no se preocupe, su vida privada no me concierne- dijo con una sonrisa que claramente quería decir que el tipo podía conseguir lo que ahora se le negaba usando procedimientos de cualquier tipo-. Sin embargo, he de decirle que si está dispuesto a tomar este trabajo si que tendrá que ocuparse de algunos de mis asuntos personales. Comprenda que tengo tantas cosas en la cabeza que me sería imposible organizarme de otro modo. Que coño, precisamente para eso contrato a un secretario jajajajaja...

La risa reverberó un rato en la habitación. Resultaba extraño que el sonido se comportase de ese modo en una habitación tan amplia y llena de objetos y telas, donde debería perderse en el vacío o más bien difuminarse en el todo. Un escalofrío involuntario me recorrió la espalda, como avisándome de que estaba a punto de cometer una estupidez al aceptar el puesto. Ya me estaba dejando claro que tendría que manejar cosas que quizá no me iban a gustar. Las malas lenguas y los mentideros le señalaban y le daban una fama que su vida pública se encargaba de desmentir; por momentos esas voces gritaban más y más desesperadas que me largara de allí.

-Venga hombre, arriba ese ánimo. Sólo quisiera hacerle una pregunta más, visto y probado que además de serio, discreto y directo es usted una tumba. Cualquiera diría que no quiere irse de la lengua por si más tarde sufre algún tipo de accidente jejejeje.- y rió con esa risa que bien puede tratarse de un hombe bromista y con buen humor o de una de esas personas que disponen de información que tu no tienes y se congratulan por ello a sabiendas de que pueden y saben manejar tu futuro a su antojo; una amenaza velada más y más inquietud sembrada en mi estado de ánimo. Si no necesitara tan desesperadamente ese dinero...
-Pregunte lo que quiera, señor- dije sin mucho convencimiento y empezando a pensar como zafarme de la pregunta de la manera más elegante posible.
-¿Sabe usted realmente qué significa ser secretario?
-Claro, un secretario es el que lleva el papeleo, las citas, el que organiza su tiempo, el que lleva...
-No, creo que está usted muy equivocado. Quizá sea cierto que en su trabajo también tendrá que hacer eso, pero me parece que no entiende usted -y para ser francos, me temo que solo lo entienden muy pocos- lo que realmente quiere decir ser un secretario. Un secretario quizá haga todo eso, pero no es más que una tapadera; un secretario es el depositario de los secretos, el que guarda a su señor, esto es, yo, el que oculta, el que miente, el que crea una cortina de humo frente a los demás. Es usted mucho más que un organizador, un relaciones públicas, un intermediario entre yo y los demás. Usted será yo en cierto modo. El yo que yo quiero que vean los demás. De usted dependo completamente y le aseguro que si me falla yo no caeré. No soy tan tonto. Ya he tomado medidas para que eso no pase. Usted es mío desde que lo vi por primera vez, sin que usted lo haya sabido, sin que usted lo haya sentido. Es usted mío y yo haré con usted lo que quiera. No tiene posibilidades de huír porque lo que debe me lo debe a mi; yo me he encargado de que su alma sea mía, pero no quiero que usted se sienta forzado. Necesito que me diga si quiero, como en las bodas, una entrega total y sincera. Si no, esto nunca funcionará. Necesito que esté conmigo desde ya, en mi mismo barco, siguiendo mi mismo rumbo Venga y será rico y dejaremos ciertos asuntillos atrás -pero no enterrados ni liquidados, le reitero que usted es de mi propiedad-, niéguese y sufra las consecuencias. No tiene ninguna forma de herirme ni de dañarme, sin embargo -y usted lo sabe ahora claramente- yo puedo hundirlo a usted. En fin, demasiada cháchara me aburre y me pone de mal humor. Usted dirá.

Con lágrimas en los ojos, completamente hundido y desesperado, habiendo caído en la trampa que quería evitar, habiendo puesto mi propia vida y la de mis pocos seres queridos en las manos que nunca las quise ver, engañado por mi desesperación, obligado por las circunstancias y odiando cada día futuro de mi existencia en aquel sitio y con aquellas reglas, sellé el pacto con aquel diablo y le vendí un alma que ya era suya porque se la había comprado a otro a quien se la había vendido antes. Así firme mi sentencia de muerte, una muerte lenta y dolorosa, atado de una forma en que cualquier resistencia provocaría más dolor.

jueves, 17 de mayo de 2012

Artesanía en la romería de Tegueste

Semillas, palillos, frutos y demás tostadas al fuego con mayor o menor intensidad o con tintes naturales, obras de arte en forma de paneles llenos de detalle y amor por el trabajo; pequeñas maravillas artesanales en la romería más importante y con más tradición de Canarias.





























miércoles, 16 de mayo de 2012

Más flores robadas






martes, 15 de mayo de 2012

Flores robadas

Si, soy una de esas malas personas que va por ahí sacando fotos a flores que no son mías. Si me ven por su barrio, llamen rápidamente a la policía...






viernes, 11 de mayo de 2012

Paisajes






jueves, 10 de mayo de 2012

El ciclo de las estaciones.

Desperté; el viento seco azotaba mi cara; me levanté como saliendo de un profundo sueño, aunque sabía que en realidad no había dormido ni descansado en todo ese tiempo en que estuve desvanecido. Los recuerdos fueron volviendo a mi mente poco a poco y me resultó insólito encontrarme rodeado de hojas secas en lugar de verme envuelto en ceniza. Ya no estaba todo quemado a mi alrededor, pero seguía sin haber vida, la vida que yo había segado, la que había envuelto en mi rabia más profunda hasta ahogarla en la violencia de mi autocomplacencia. La pérdida me había cegado y encendido de una manera que nunca había supuesto que podía llegar a hacer. La pérdida había desatado un infierno en la tierra, un infierno que acababa en muerte, en árboles que solo eran rama, en hojarasca pútrida rodeándome, en cielos otrora limpios y ahora cubiertos de amenazantes nubes, jueces de un crimen sin castigo y con un veredicto claro. Me veía ahora sólo de nuevo, y sin posibilidad de compañía, amargado por mis penas pasadas, por mis penas presentes, por mis penas futuras. Estos pensamientos hicieron brotar crueles lágrimas de mi cara, hicieron brotar pequeñas partículas de calor en ellas, calor que iba saliendo poco a poco de mi cuerpo, calor que se mezclaba con las gotas frías de la lluvia incipiente que empezaba a mojar un lugar tan desolado como mi alma. Me fui caminando, sin dejar de llorar, sin dejar de sentir que el calor me abandonaba por no haberlo merecido, por haberlo desperdiciado cuando podía ayudar mucho a muchos otros con él, por haberlo derrochado en una vendetta sin sentido y sin objetivo, por no asumir responsabilidades y culpas. Y así, con un frío cada vez más intenso me fui adentrando en la tundra helada, sin darme cuenta de que volvía otra vez a buscar sin encontrar aquello que una vez hube perdido.

miércoles, 9 de mayo de 2012

La pérdida

Tras la pérdida de fuego, si bien el calor suave y amable que recibía se había ido con el lobo, fue reemplazado con un calor agresivo y salvaje. Mis entrañas se quemaban en la rabia y el dolor que me producía el que el destino me hubiera arrancado los únicos momentos de verdadera felicidad que había tenido en la vida. Vagué durante días, alejándome cada vez más, pero no con ese andar desganado y resignado de antes de conocer mi don, sino con una prisa y una decisión impropias de mi persona hasta ese momento. Aunque Fuego se había ido, fuego seguía en mi interior, pero ahora de una manera insana, me consumía, me provocaba. En mis periplos con fuego me había adentrado en las verdes praderas y luego en una zona boscosa y ahora había dejado atrás todo aquello y estaba llegando a una zona cálida con árboles y hierba secos y faltos de agua. Ahí mi ira prendió todo a mi alrededor, haciendo daño y quemando esperanzas, rompiendo la quietud y la paz, arruinando el mundo en el que hasta entonces me había regocijado, reduciendo a cenizas la belleza y la vida que en él habitaba, agotando de paso las últimas fuerzas que me quedaban y cayendo en un sopor extraño, una figura yaciente en medio del humo y el fuego, una sombra danzante en medio del rojo calor ardiente, una pequeña llama que tiembla débil sobre una vela en una habitación oscura, justo antes de extinguirse junto con todo lo demás y dejar que la negra tiniebla lo cubra todo.

martes, 8 de mayo de 2012

Despedidas...

Fuego y yo fuimos a partir de ese momento inseparables. Yo lo vi crecer, desarrollar sus habilidades y capacidades; yo lo acompañaba, velaba por él, salíamos a buscar comida y con su desarrollado instinto de cazador y la habilidad que había desarrollado yo durante todo el periplo que había hecho por aquellas tierras casi siempre terminábamos encontrando algo que comer. Su compañía me reconfortaba y daba un sentido a mis pasos. Tenía alguien a quien cuidar, alguien que no solo recibía mi calor, sino que me lo devolvía multiplicado varias veces. No era un calor externo, artificial, el calor que me daba era algo cercano, amistoso, surgía de ambos a la vez. Era un calor diferente al que había experimentado hasta entonces. Su excepcional habilidad cazando me sorprendió gratamente; al principio temí que su corta edad   hubiera sido un problema a la hora de encontrar la forma de mantenerlo, pues yo esperaba que aún tuviera que amamantarlo de algún modo. Sin embargo, su apetito por la carne reflejaba bien sus raíces lobunas y se diría un más que digno hijo del más digno jefe de manada. Es como si su precaria situación en sus pocos meses de vida hubiera afinado su inteligencia para aprender todo lo posible de su madre y con las primeras experiencias y cacerías junto a mi su instinto le hubiera afinado sus formidables capacidades. Así  fuego creció fuerte y bravo, con un pelaje grande y frondoso y en poco tiempo su tamaño se asemejaba al de los más grandes lobos adultos. Y llegó el día en que nos tropezamos con otra manada; el día en que mi vida volvió a dar uno de sus acostumbrados giros. Ante la amenza de un lobo de esa envergadura, el jefe de la manada corriendo a defenderla ante el intruso. Fuego, desconocedor de los ritos de la manada, al principio actuando con cautela se puso en una postura protectora para conmigo (bien pronto había dejado yo de ser el que cuidaba del otro), lo cual fue visto como una agresión. Resulta hasta cierto punto curioso aunque en el fondo bastante triste, que dos protectores que solo quieren lo mejor para los suyos y no buscan pelea sino mantener el peligro alejado, en un momento tengan que pelear siendo completamente innecesario dado que en ningún momento hubo una amenza real. Pero así sucedió, y dos lobos imponentes, uno viejo y experimentado, otro jóven y lleno de vitalidad lucharon por sus vidas y por las de quien tenían bajo su responsabilidad debido a no haber sabido entenderse a tiempo. La lucha duró poco, el jefe de la manada se vio desbordado por la fuerza y el vigor de fuego, que jóven, inexperto y sin realmente controlar su fuerza por completo. Fuego, para nada contento con lo hecho, habiendo matado a uno de los suyos aunque se viese atacado por defender a quien más quería, se vio de repente ante una situación completamente inesperada: toda una manada ahora seguía sus pasos. Su vida cambió para siempre, e indeciso sobre qué hacer y como, una linda loba de su edad que había asistido más emocionada que los demás a la tensa lucha y no por su jefe precisamente, terminó de decantar la balanza. Nos despedimos amargamente jurando volver a encontrarnos más adelante; pero para mi, con él volvió a desaparecer el calor que alimentaba mis días.

lunes, 7 de mayo de 2012

Fuego

Calor, cariño, emoción, vida. Primavera, en suma. Ese era mi don, y ahora sabía que incluso en el sitio más frío y en las peores condiciones podía hacerlo surgir y reanimar la vida a mi alrededor. Muchos intentos más tarde me fueron haciendo comprender que nunca podría encender una llama, porque las ramas secas y la hojarasca eran materias muertas. Cuando empecé a intentar cosas con animales también comprendí por sus reacciones en cada caso que no podía dar calor a quien no lo quería o necesitaba; lo único que conseguía era cansarme y frustrarme. Eso lo averigüé cuando me encontré con una mamá loba con su cachorrillo, ambos moribundos, hambrientos, cansados, sin forma aparente de sobrevivir en aquel paraje donde raro era ya ver plantas y más raro aún ver animales más grandes que insectos, pequeños roedores y algún que otro pájaro. La madre al verme se puso en actitud defensiva, pero sin la fuerza y garra que hubiera caracterizado a un animal tan noble como el lobo. Su cría apenas se mantenía en pie, casi helada y falta de fuerzas. Yo me fui acercando poco a poco, venciendo la natural resistencia de la madre, y cuando la tuve cerca probé a darle parte de mi calor. Varios intentos seguidos de varios rechazos me descorazonaron mucho, hasta que por la forma en que me rechazaba, al principio por desconfianza, luego por alguna razón extraña, nada violenta, entendí que más bien se trataba de una petición desesperada: salva a mi hijo antes. Y eso hice, me acuclillé a su lado y lo cogí en brazos. Me sorprendió lo ligero que era, bajo aquel manto de pelo que delataba su corta edad y que camuflaba su auténtica envergadura y escasa presencia. Enternecido, di tanto calor como pude, y yo mismo me sorprendí de lo que podía llegar a dar sin haber entendido muy bien aún como funcionaba mi don. El pequeñuelo revivió visiblemente, convirtiéndose de un pequeño muñeco en un chiquitín revoltoso. La apariencia satisfecha de su madre me reconfortó mucho, más cuando fui a ayudarla a ella, se dejó caer en el suelo y un último gesto suyo me indicó qué es lo que pasaba en realidad: estaba tan débil que ya era demasiado tarde para ayudarla, posiblemente por amamantar a su cría por encima de sus propias posibilidades. El mensaje estaba claro: cuída de mi niño, no lo abandones, dale una vida y un futuro que no he podido darle yo. El chiquitín, ya recuperado, no paraba de dar vueltas desconsolado alrededor de su madre con tanta energía y vigor que solo se me ocurrió un nombre lo suficientemente bueno para él: fuego.

domingo, 6 de mayo de 2012

Primavera

Las primeras pruebas que hice fueron sencillas pero muy frustrantes. No conseguía entender la naturaleza de mi don y no funcionaba como yo hubiera querido o esperado. La primera cosa que pensé fue encender una pequeña hoguera, buscar darme calor desde fuera como antaño, pero siendo yo quien encendiera la llama. Fue complicado encontrar ramas secas en aquel lugar tan vacío, frío y húmedo. Pasé varios días buscando una manera de aislar las ramitas y la hierba que había podido encontrar para que se secaran lo más posible antes siquiera de intentar nada. Mientras tanto, buscaba dentro de mi mismo la forma de hacer salir ese calor afuera, siempre con miedo de que al hacerlo me abandonara y mi ser se hundiera de nuevo en la desesperación. Afortunadamente parecía que ese calor estaba unido a mi voluntad y mi esperanza de conseguir algo más a partir de él. Mis intentos de producir fuego usando mi calor fueron agotadores y sin resultado aparente. No hubo forma de encender nada, ni siquiera llegué a ver una chispa o un mínimo rastro de humo pese a intentarlo durante semanas. Ya solo y acongojado, salí de mi cueva con rabia, gritando al cielo desconsolado porqués que nunca me serían contestados. Henchido de rabia y de dolor me desplomé sobre el suelo frío y cubierto de una fina capa de nieve casi helada, incapaz de amortiguar el peso de mi cuerpo y produciéndome un fuerte golpe en el proceso. Lloré desconsoladamente y el leve fuego de mi interior empezó a consumirse para mi total desesperación. Al darme cuenta, con el pánico a flor de piel paré de llorar, y atemorizado empecé a buscar alrededor alguna pista del calor que sin querer había dejado escapar. Durante esta búsqueda reparé en una pequeña flor que mi cuerpo había aplastado. Tenía pinta de frágil, la misma que tenían todas las plantas de aquel lugar azotado por las más duras tempestades y la temperatura más baja. La pérdida de calor y mi ropa húmeda por el haber mi cuerpo derretido levemente y para mi sorpresa la nieve helada, me transmitía un frío aún más intenso, pero no podía dejar de mirar esa pobre flor que mi cuerpo había escachado. Duras eran las condiciones en las que vivía, pero aún así estaba plenamente desarrollada, con las hojas cerradas, protectoras, esperando un momento de sol y calor para realizar sus funciones vitales, para dar sentido a su vida. Igual que yo, pensé, igual que yo. Con cuidado y un cariño surgido de la empatía, rocé con mis dedos la pobre planta moribunda y un calor nuevo e intenso surgió de mi y alimentó a la planta, la cual pareció volver a la vida y abrirse durante unos momentos en los cuales yo incrédulo y pasmado observaba por primera vez que tenía el poder de la primavera.

sábado, 5 de mayo de 2012

Aprendiendo a darme calor a mi mismo

Mucho tiempo quedé en aquel inhóspito rincón intentando entender qué me pasaba. Toda mi vida había estado buscando y anhelando algo que parecía haber estado siempre dentro de mi. Casi sin haberme dado cuenta, había calor en mi interior donde solo en momentos puntuales había conseguido sentirlo. Tantos gritos pidiendo auxilio y ayuda, tanto vagar por el mundo, desesperanzado, arruinado, como alma en pena  atada a la vida terrenal por algún tipo de castigo divino habían sido en vano. Quizá mi vida había estado siempre marcada por esa fatalidad, buscar sin descanso algo que en realidad no necesitaba, algo que siempre tuve en mi poder, que nunca supe ver ni usar. Me sentí estúpido, idiota. Al rato me vi compadeciéndome a mi mismo. Me odié, me insulté, me torturé pensando en el tiempo perdido y los esfuerzos gastados, pero cuando terminé de recriminarme y fustigarme me di cuenta de que de todos modos tenía algo que no sabía usar. No sabía cuales eran los límites, cuales las carencias, la potencialidad y la existencia de ese calor. No sabía si me abandonaría del mismo modo que había llegado, como todo el calor que había encontrado afuera, temporal y caprichoso, fuera de mi control y de mi alcance. No sabía si seguiría siendo ese calor tímido y huidizo o si podría ser suficiente para más. Llegarían días en los que tendría que probarlo, pero en este momento, ni siquiera tenía claro si duraría siquiera otra noche más.

viernes, 4 de mayo de 2012

Y en aquel yermo desolado...

Apareció una luz. Un calor inesperado, una energía nueva. Busqué su fuente a mi alrededor, un poco asustado y temiendo que fuera una simple fogata agonizante a punto de apagarse o un trozo de sol que apareciera entre las nubes y al momento se volviera a ocultar. Busqué fuera de mi con una sensación rara, diferente; no parecía que fuera lo mismo que otras veces, no era similar al calor que me abandonara hace tiempo. Después de dar muchas vueltas y de buscar con ahínco, llegué a la conclusión de que no era nada externo, de que provenía de mi. Una nueva certeza se iba abriendo paso en mi mente... yo producía ese calor, seguida por otra no menos sorprendente: no me hacía falta buscar fuera lo que yo podía conseguir por mi mismo. Un tanto extrañado y asustado por ese repentino conocimiento que no sabía de donde me había llegado, y que me aterraba casi tanto como el descubrir que aún quedaba calor en mi y no debía buscarlo fuera, fascinado por un don que pensaba que no tenía, por una fuerza extraordinaria que no entendía de donde surgía, busqué un sitio donde reflexionar tranquilo, un sitio donde poder examinar de nuevo mi vida y las implicaciones que este descubrimiento tendrían sobre mi.

jueves, 3 de mayo de 2012

Frío

En el frío aire que corta la sangre, que hiela pulmones, que para latidos; en el frío aire que atraviesa telas, plásticos, pieles; en el frío aire que quiebra pensamientos, sensaciones, sentimientos. Rodeado de frío aire vivo, aún cuando el sol calienta mis manos, aún cuando cierro las ventanas de mi cuarto, aún cuando me cubro protegiendo mi ser, harto del duro hielo, de la cubierta de escarcha, del aguanieve que azota mi cara mientras avanzo por un camino que no sé a donde me lleva, mientras huyo de algo que no sé bien ni qué es. Mientras atravieso el puente y veo al fondo la quietud y la calma de la superficie helada del río, no dejo de decirme a mi mismo que ahí debajo hay vida, que hay movimiento, que la vida sigue desarrollándose bajo esa enorme capa aislante y protectora. Pero me respondo que esa misma capa es una muerte lenta y agónica, que va engrosándose poco a poco y va ahogando la vida que bajo si misma se halla. Y miro al cielo y no encuentro al sol que tanto busco, y me miro a mi mismo y no encuentro el calor que tanta falta me hace y ya no sé donde lo busco, ni si buscándolo ya lo he encontrado, y sigo vagando sin rumbo, afrontando como puedo las inclemencias de un tiempo siempre adverso, y con la incertidumbre de no saber si algún día va a cambiar.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Vivimos en un mundo...

...donde fiscales y figuras delictivas de gran presencia en la prensa nacional llegan a acuerdos para "salvar dinero" en lugar de hacerse justicia y pagar por los crímenes cometidos.
...donde ciertos políticos opinan como si supieran de lo que hablan de el porqué va el país como va, echándole la culpa al 80% de la población de los problemas que ni siquiera llegan a afectarles a ellos.
...donde se promueven y aprueban leyes que solo benefician a cuatro tíos que supuestamente reprensentan a industrias que se basan en la explotación de sus miembros y les cierras cualesquiera otras puertas o medios para poder ganar dinero por su propia cuenta, con el respaldo de otras élites igual de acomodadas que ellos.
...donde robar una gallina merece un castigo más severo que robar miles de millones.
...donde copiar digitalmente un producto para uso propio, donde nadie gana ni pierde dinero duplicando (eso de dejar de ganar por culpa de las copias es un cuento chino porque pese a todo las cifras de ventas siguen subiendo) merece un castigo más severo que robar una tienda, donde si se está produciendo un daño y donde alguien si está perdiendo dinero de verdad.
...donde vender una y otra vez el mismo producto aprovechando cambios de formato se ve como algo normal cuando en realidad ya has comprado ese producto y no se ha estropeado (si se ha estropeado entonces es lógico el cambio).
...donde te venden un producto a sabiendas de que su vida útil va a hacerlo inservible al cabo de pocos años con el afán de venderte uno nuevo pasado ese tiempo.
...donde algunos políticos en lugar de usar las herramientas de las que disponen para legalmente conseguir una serie de cosas para beneficiar al pueblo, abusan de su poder y roban en nombre de ese pueblo para ceder el control de un recurso a familias ricas y poderosas y cercanas ideológica y políticamente de ese mismo país y que evidentemente NO son el pueblo.
...donde se ofrecen a dedo puestos acomodados a amigos y parientes sin preparación ni capacidad ninguna para ellos (y aunque la tuvieran, aunque el daño sería menor a nivel empresa).
...donde cuatro tíos ávidos de dinero manejan a su antojo el futuro de empresas, corporaciones y países enteros.
...donde empresas viles manejan dinero que no es de su propiedad sino de gente simple o no tan simple pero si muy confiada a la que han engañado solo para amasar más dinero, aún sabiendo que luego dejarán a esas personas completamente arruinadas.
...donde tener una casa no es un derecho constitucional, es un sueño.
...donde tener un trabajo no es cuestión de talento o estudios, sino de enchufes y suerte.
...donde te pasas la vida trabajando y cuando acabas conoces a alguien que no ha hecho nada en su vida, se la ha pasado viviendo a cuerpo de rey y al retirarse cobra más que tu (y posiblemente toda su vida haya cobrado más que tu también).
...donde en las empresas no se fomentan los logros empresariales, sino los beneficios obtenidos.
...donde es más fácil echar a todos los empleados de tu empresa que contratar a una sola persona.
...donde es muy complicado encontrar trabajo en las edades en las que más cosas podrías aportar y es muy complicado encontrar trabajo cuando no tienes experiencia pero si muchas ganas.


...donde pasan un montón de cosas más que ahora no se me ocurren... ¡¡pero hay cientos más!!

(y todo esto solo en el mundo en el que nosotros por suerte vivimos... lamentablemente, hay "mundos" incluso peores)

martes, 1 de mayo de 2012

Yo también estoy de acuerdo con su mujer.



Visto (y robado) aquí.
 

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Creative Commons License Blogalaxia BlogESfera Directorio de Blogs Hispanos - Agrega tu Blog Top Blogs España